jueves, 29 de enero de 2009

Merecería ser Verdad XVII Lluvia de peces en Yoro, Honduras


Imagen: Pintura de Roque Zelaya

Yoro-palabra que quiere decir “corazón, centro-”, con su medio millón de habitantes, es uno de los 18 departamentos de la República de Honduras; localizado en la región centro-norte del país, entre Tegucigalpa, Morazán-la capital-y La Ceiba, Atlántida-puerto en el océano Atlántico-. El departamento de Yoro es atravesado por el río Aguán-uno de los más largos y caudalosos de ese país centroamericano-; desde el punto de vista de división territorial, está constituido por once municipalidades, destacando Olanchito-la ciudad cívica-, Progreso-la más populosa del departamento- y Yoro-la cabecera departamental- en donde se da un hecho curioso: la llamada lluvia de peces, identificada por los lugareños como “el aguacero de pescados”, que es ya toda una leyenda en el país, al grado que todos los años, al comienzo de la estación lluviosa, los habitantes del municipio preparan cubetas, barriles, palanganas y redes para recogen los peces que van a caer del cielo.

El fenómeno climatológico, meteorológico o natural, es real, no es ninguna quimera ni ningún cuento, como piensan algunos incrédulos. Según el folclore popular, la lluvia de peces que ha hecho famosa a la ciudad de Yoro, es un fenómeno meteorológico extraordinario que tiene lugar en los alrededores de la capital departamental, consistente en una “lluvia” anual de pececillos, que se sucede entre los meses de mayo y julio. Según los yoreños, este fenómeno ha venido ocurriendo en la zona desde hace más de un siglo, comienza con un oscurecimiento del cielo causado por nubes densas, seguido por relámpagos y truenos, vientos fuertes, y una copiosa lluvia de dura de dos a tres horas. Una vez que la lluvia ha cesado, los pobladores encuentran cientos de peces esparcidos por el suelo, aún vivos. Los pobladores los recogen y transportan a sus casas para cocinarlos y comerlos posteriormente. Los peces son de agua dulce, siempre los encuentran vivos, y según los pobladores no son del tipo de peces que se encuentran en áreas cercanas.

Este singular fenómeno es característico, se verifica anualmente, por una sola vez, en los meses de mayo o junio-algunas veces en julio-, al principiar la estación lluviosa en esa pintoresca región. El “aguacero de pescados” se inicia generalmente a las cuatro o cinco de la tarde, con una nube negra, seguida de fuertes descargas eléctricas y terribles vientos huracanados, que aparece en el cerro de Mata Agua. Al noreste del lado atlántico, que es, de donde proceden los vientos alisios de esa zona. La lluvia de peces tiene lugar en las cercanías de la ciudad de Yoro, a un kilómetro de distancia hacia el suroeste de la población, en la llanura llamada “El Pantano”, que limita al oeste con el cerrito de “El Mal Nombre”-volcán apagado, que hizo erupción en época remota, según lo atestiguan las muchas piedras de sulfuro de hierro que en las expresadas llanuras se hallan dispersas-; ahora también caen los peces en otros sitios inhabitados, pero circundantes al municipio.

Terminada la tormenta, los peces-parecidos a sardinas-, de tres a cuatro pulgadas de largo, quedan saltando, vivas aún, sobre la verde sabana de “El Pantano”, dispersándose, a veces, en torno de un lagunato, que existe en la base noreste del cerrito de de “El Mal Nombre”, depósito de agua que se seca totalmente en verano. Los testimonios sobre ésta rareza se multiplican, muchos afirman entre la población, que una vez pasada la tempestad, han recogido personalmente los pececillos, y que al regresar a sus hogares, han gozado las delicias de una suculenta cena, pues los peces les han parecido sabrosos. Los animales acuáticos apenas sobreviven un par de horas y nadie ha podido mantenerlos vivos en una pecera.

Muchas personas consideran la lluvia de peces cual un milagro celestial y así se expresa en una canción popular; achacan el hecho a un sacerdote católico español-Manuel de Jesús Subirana-, que visitó Honduras entre 1856 y 1864, el cual al encontrar mucha gente pobre y hambrienta, entre los indígenas Xicaque, oró durante tres días y tres noches pidiendo a Dios que ayudara a los pobres a conseguir alimento, el otorgamiento de esa gracia es conocido coloquialmente como el “Milagro del padre Subirana”.

Envuelta en un manto mágico en el que la realidad se mezcla con el mito, para algunos habitantes del lugar, los peces caen del cielo, aunque la mayoría asegura que es un evento verídico, nadie los has visto caer. Se han formulado varias teorías para explicar científicamente este aparente prodigio; entre ellas la que lo atribuye a una tromba marina procedente del Atlántico, por la constante dirección de donde la nube procede, por ir el aguacero acompañado de frecuentes y formidables descargas eléctricas y por caer invariablemente en la planicie de “El Pantano”, en donde debido a la existencia de minerales de hierro, hay quizá, un polo que atrae a la tromba, en la cual vienen los misteriosos pececillos. Por el momento no se poseen pruebas que puedan explicar científicamente este hecho. Algunos expertos creen que la lluvia de peces podría deberse a un fenómeno meteorológico.

Dado que los peces no caen en los techos de las casas, se confirma que no provienen del cielo, por lo que se postula que estos peces de agua dulce vienen nadando en algún río subterráneo, al abandonar la corriente, atraviesan el suelo por agujeros imperceptibles y aparecen sobre el suelo.

Al buscar una explicación lógica se manejaron tres hipótesis: Qué los peces caían debido a una tromba (torbellino); que era fauna de ríos subterráneos y que aparecían cuando la lluvia aflojaba la tierra; que los peces nadaban contra la corriente de los ríos, y que al suceder una tormenta producida por la nube cumulonimbus mammatus lograban salir del afluente y llegar con el curso del agua a la vaguada de El Pantano. La mayoría de los investigadores se inclinan sobre ésta última-que se presenta en el gráfico inferior-.

En 1962 el servicio Meteorológico Nacional de Honduras con el auxilio de climatólogos estadounidenses, se dieron a la tarea de esclarecer este fenómeno, emitiendo las siguientes observaciones:

La altura con respecto al mar y las montañas que circundan el valle de Yoro impiden que se formen trombas marinas. Si fuese así, el evento yoreño también estaría acompañado por altas temperaturas.

Los peces caídos son de la misma especie y casi del mismo tamaño-según los investigadores estos pescados son identificados como una variedad de sardina- esto deduce que no están conectados a trombas marinas, si así fuese, los peces serían de diferentes tipos y tamaños.

No hay pistas que muestren el paso de tornados anteriores. Tampoco existe documentación alguna sobre la trayectoria de nubes de tormentas pasadas. La fuerza del viento no alcanza velocidades mayores de 40 nudos-un nudo es igual a una milla náutica o 1852 m x hora-.
Las nubes que causan este fenómeno se les conoce como cumuloninbus mammatus, su inestabilidad atmosférica le da esa apariencia de mamas con un color violeta oscuro, acompañado de intenso ruido provocado por los vientos. Este tipo de nube se ha presentado en otros lugares del mundo, pero se repite con mayor frecuencia en el poblado de Yoro.

Los peces caídos existen en los diferentes ríos de la región, los yoreños los conocen como pez lancha y su tamaño no excede de 11 centímetros.

Al caer, los peces aprovechan el agua de lluvia para movilizarse hasta los riachuelos Machigua y Jalegua, tributarios del río Agúan.

Ningún vecino del lugar ha visto caer un pez del cielo, tampoco caen sobre el tejado de las casas y todo ocurre a menos de dos kilómetros de la cabecera municipal.

Sin importar ninguna explicación, desde 1998, cada año se celebra en la ciudad de Yoro, un festival conocido como Festival de la Lluvia de Peces.

El fenómeno de la “lluvia de peces”, es un evento que la ciencia ha documentado desde la antigüedad en otras partes del mundo. Una de las primeras referencias a una lluvia de peces se encuentra en el texto griego Deipnosophistai-the Gastronomers-, compilado a fines del siglo II por el escritor Ateneo. El naturalista francés François de Castinau informó haber visto en Singapur, el año 1861, la recolección de peces, después de la lluvia. El biólogo marino estadounidense, A.D, Bajkov, notó en Marksville, Lousiana, Estados Unidos en 1947, peces tirados después de la lluvia Recientemente se reportó el fenómeno en la parroquia de Moncelos, en la provincia de Lugo, Galicia-en este caso los peces eran jureles, pez marino muy común en las rías gallegas-; en la misma España, también se ha visto el hecho en Extremadura y Andalucía.

Aunque la población se aferra a que los pescados caen del cielo, lástima merecería ser verdad, los meteorólogos dicen lo contrario y nosotros confiamos en ellos.


Imagen: www.elsalvador.com

1 comentario:

jessica aleman dijo...

soy de la ciudad bella de yoro y no se si los peces caen del cielo o no pero si es verdad que sucede la lluvia de peces, yo la he visto es una magia una curiosidad este fenomeno,bueno sea lo que sea para mi es una bendicion de dios.