Imagen: Foto del Autor en una cena de despedida de Colombia
El último jueves del mes de junio de 1994 laboré normalmente en Caracas, al salir me dirigí al aeropuerto para pernoctar en Bogotá, Colombia, lugar en donde por la mañana del primero de julio, tomé posesión como Consultor Internacional de Servicios de Salud. El Representante me dijo que tenía buenas referencias, a lo que contesté que hiciera caso omiso de las buenas y las malas opiniones, que mejor me diera la oportunidad de que me conociera e hiciera su propio juicio sobre mí. Fue un buen primer día de mi feliz estancia en tan maravilloso país.
Eran los últimos días del gobierno de César Gaviria Trujillo, que dejaba como legado una complicada Reforma de Salud impulsada por un dinámico economista, su Ministro de Salud, que moriría trágicamente en un accidente aéreo al principio de la gestión del Presidente Álvaro Uribe Vélez. El 7 de agosto de 1994 toma posesión como Presidente de la República de Colombia, el economista Ernesto Samper Pizano, en una solemne ceremonia a la que tuve la oportunidad de asistir, entre invitados especiales como Alberto Fujimori y Violeta Chamorro.
Colombia con 1 141 748 Km2, 39 596 675 habitantes y sus 32 Departamentos con un Distrito Capital, representaban un importante reto para la cooperación técnica, pues su capital humano, además de ser de la más alta calidad, tiene un espíritu ampliamente emprendedor, lo que los hace incansables y de gran eficiencia.
El lema del gobierno entrante fue “El Salto Social”, legitimando los logros conseguidos en materia económica, traduciéndolos en mayores niveles de bienestar a través de más y mejor salud, aumentando el acceso a servicios de salud, desarrollando un Sistema de Seguridad Social Integral, eficiente, universal y solidario como base del Plan Nacional de Desarrollo 1994-1998, mediante los programas de Acceso Universal a los servicios preventivos y curativos; mejoramiento de la oferta pública de servicios; gestión descentralizada del sector; garantía de calidad de los servicios y Ciencia y Tecnología para la salud.
La cooperación técnica en una primera instancia, se constituyó en 12 líneas de trabajo: Modernización del Sector Salud; Acreditación Hospitalaria; Descentralización; Seguridad Social; Participación Social; Mitigación de Desastres; Investigación; Salud, Mujer y Desarrollo; Rehabilitación; Cooperación Andina en Salud y Cooperación Técnica Directa. Un año después se agregaron nueve líneas: Administración Estratégica Local; Salud Oral; Bioética; Medicina Familiar; Salud de los Pueblos Indígenas; Laboratorio Clínico; Radioprotección; PIAS (Programa de Inversión en ambiente y salud); Recursos Humanos y SMALP (Salud, medio ambiente y lucha contra la pobreza).
En 1996, el trabajo por líneas fue sustituido por el trabajo basado en orientaciones estratégicas y prioridades programáticas, siempre teniendo como punto toral de referencia la Reforma Sectorial de Salud, la Salud en el desarrollo y la Reorganización del Sector Salud. La fragmentación y atomización de las acciones, obligaron, como un reto a la eficiencia y a la creatividad, a sustituir el esquema lineal tradicional con una propuesta integradora de arreglo matricial. La última etapa, en 1997, con una apertura atractiva en el discurso, las autoridades institucionales crearon la programación “por niveles” (Nacional, Departamental y Municipal), repartiendo “tutorías”; la propuesta no fue viable en la operación.
La actividad más enriquecedora, fue el trabajo conjunto con la Superintendencia Nacional de Salud, la Dirección General de Servicios de Salud, el Centro de Gestión Hospitalaria, el Seguro Social y la Asociación Colombiana de Hospitales, para establecer “requisitos esenciales de calidad” como un “piso” por debajo del cual no se tolerarían acciones de los servicios en la búsqueda del mayor beneficio, con el menor riesgo, a aun costo razonable.
La Reforma Sectorial de Salud Colombiana, como todas las reformas en nuestro medio, tiene su origen en la necesidad de algunos de hacerse del control de los jugosos fondos de pensiones que se encontraban dispersos y con manejo discrecional, algo opaco, por algunos gobiernos, que incluso llegaban a usarlos como “caja chica” cuando estaban en el régimen de reparto, con las cuentas individuales, se clarifica el origen y destino de los fondos de pensiones, pero se aumentan las semanas de cotización en la seguridad social para poder disfrutarlos, a la vez que dejan pingues ganancias a las administradoras de los fondos de pensiones, que en México se llaman AFORES (Administradoras de Fondo de Retiro).
El Modelo de Salud Colombiano es un modelo economicista, propuesto por la Universidad de Harvard, apoyado intensamente por los Bancos Mundial e Interamericano, en las que la Institución en que laboraba tuvo un papel subalterno en el tema, francamente secundario, ya que ideológicamente estaba a contracorriente de los principios básicos de nuestra Organización. El modelo, está basado en los postulados de Sir William Henry Beveridge, economista inglés, nacido en Bangladesh en 1879, formulado en un plan de seguro social “desde la cuna hasta la tumba”.
En forma muy simplista se propone que el actual subsidio a la “oferta” (clínicas y hospitales) se transformara en un subsidio a la “demanda”, es decir a los usuarios; sin embargo, la realidad ha sido otra, pues el verdadero subsidio es a la “no demanda”, ya que aunque las personas se afilian y carnetizan, la capacidad instalada no es capaz de dar respuesta satisfactoria, porque o permanece estable o disminuye. Aunque todavía se debate y no hay un consenso universal acerca de los beneficios de los usuarios y los prestadores de servicios de salud, los grandes ganadores han sido los intermediarios. Sobre todo a costa de los prestadores de servicios de salud. El sistema también se ha desvirtuado por la evasión, la elusión y la selección adversa de los contribuyentes que dan al traste con la solidaridad, así como con los copagos y cuotas moderadoras, que atentan contra la equidad, pues a la larga la atención se recibe conforme a la capacidad contributiva del usuario y no siempre a necesidades reales.
Con esas previsiones, que siempre tuve el cuidado de exponer, aunque causara prurito, por lo demás, la actitud, aptitud y espíritu de servicios de los trabajadores de la salud colombianos, me parecen un gran ejemplo y fue para mi una fuente inagotable de conocimientos.
Mi estancia en Colombia ha sido una de las experiencias más gratas en mi vida profesional, recordando alguna vez, que como Presidente de la Asociación de Personal, dije al Director “En este momento yo soy colombiano, porque uno es de donde come”.
Eran los últimos días del gobierno de César Gaviria Trujillo, que dejaba como legado una complicada Reforma de Salud impulsada por un dinámico economista, su Ministro de Salud, que moriría trágicamente en un accidente aéreo al principio de la gestión del Presidente Álvaro Uribe Vélez. El 7 de agosto de 1994 toma posesión como Presidente de la República de Colombia, el economista Ernesto Samper Pizano, en una solemne ceremonia a la que tuve la oportunidad de asistir, entre invitados especiales como Alberto Fujimori y Violeta Chamorro.
Colombia con 1 141 748 Km2, 39 596 675 habitantes y sus 32 Departamentos con un Distrito Capital, representaban un importante reto para la cooperación técnica, pues su capital humano, además de ser de la más alta calidad, tiene un espíritu ampliamente emprendedor, lo que los hace incansables y de gran eficiencia.
El lema del gobierno entrante fue “El Salto Social”, legitimando los logros conseguidos en materia económica, traduciéndolos en mayores niveles de bienestar a través de más y mejor salud, aumentando el acceso a servicios de salud, desarrollando un Sistema de Seguridad Social Integral, eficiente, universal y solidario como base del Plan Nacional de Desarrollo 1994-1998, mediante los programas de Acceso Universal a los servicios preventivos y curativos; mejoramiento de la oferta pública de servicios; gestión descentralizada del sector; garantía de calidad de los servicios y Ciencia y Tecnología para la salud.
La cooperación técnica en una primera instancia, se constituyó en 12 líneas de trabajo: Modernización del Sector Salud; Acreditación Hospitalaria; Descentralización; Seguridad Social; Participación Social; Mitigación de Desastres; Investigación; Salud, Mujer y Desarrollo; Rehabilitación; Cooperación Andina en Salud y Cooperación Técnica Directa. Un año después se agregaron nueve líneas: Administración Estratégica Local; Salud Oral; Bioética; Medicina Familiar; Salud de los Pueblos Indígenas; Laboratorio Clínico; Radioprotección; PIAS (Programa de Inversión en ambiente y salud); Recursos Humanos y SMALP (Salud, medio ambiente y lucha contra la pobreza).
En 1996, el trabajo por líneas fue sustituido por el trabajo basado en orientaciones estratégicas y prioridades programáticas, siempre teniendo como punto toral de referencia la Reforma Sectorial de Salud, la Salud en el desarrollo y la Reorganización del Sector Salud. La fragmentación y atomización de las acciones, obligaron, como un reto a la eficiencia y a la creatividad, a sustituir el esquema lineal tradicional con una propuesta integradora de arreglo matricial. La última etapa, en 1997, con una apertura atractiva en el discurso, las autoridades institucionales crearon la programación “por niveles” (Nacional, Departamental y Municipal), repartiendo “tutorías”; la propuesta no fue viable en la operación.
La actividad más enriquecedora, fue el trabajo conjunto con la Superintendencia Nacional de Salud, la Dirección General de Servicios de Salud, el Centro de Gestión Hospitalaria, el Seguro Social y la Asociación Colombiana de Hospitales, para establecer “requisitos esenciales de calidad” como un “piso” por debajo del cual no se tolerarían acciones de los servicios en la búsqueda del mayor beneficio, con el menor riesgo, a aun costo razonable.
La Reforma Sectorial de Salud Colombiana, como todas las reformas en nuestro medio, tiene su origen en la necesidad de algunos de hacerse del control de los jugosos fondos de pensiones que se encontraban dispersos y con manejo discrecional, algo opaco, por algunos gobiernos, que incluso llegaban a usarlos como “caja chica” cuando estaban en el régimen de reparto, con las cuentas individuales, se clarifica el origen y destino de los fondos de pensiones, pero se aumentan las semanas de cotización en la seguridad social para poder disfrutarlos, a la vez que dejan pingues ganancias a las administradoras de los fondos de pensiones, que en México se llaman AFORES (Administradoras de Fondo de Retiro).
El Modelo de Salud Colombiano es un modelo economicista, propuesto por la Universidad de Harvard, apoyado intensamente por los Bancos Mundial e Interamericano, en las que la Institución en que laboraba tuvo un papel subalterno en el tema, francamente secundario, ya que ideológicamente estaba a contracorriente de los principios básicos de nuestra Organización. El modelo, está basado en los postulados de Sir William Henry Beveridge, economista inglés, nacido en Bangladesh en 1879, formulado en un plan de seguro social “desde la cuna hasta la tumba”.
En forma muy simplista se propone que el actual subsidio a la “oferta” (clínicas y hospitales) se transformara en un subsidio a la “demanda”, es decir a los usuarios; sin embargo, la realidad ha sido otra, pues el verdadero subsidio es a la “no demanda”, ya que aunque las personas se afilian y carnetizan, la capacidad instalada no es capaz de dar respuesta satisfactoria, porque o permanece estable o disminuye. Aunque todavía se debate y no hay un consenso universal acerca de los beneficios de los usuarios y los prestadores de servicios de salud, los grandes ganadores han sido los intermediarios. Sobre todo a costa de los prestadores de servicios de salud. El sistema también se ha desvirtuado por la evasión, la elusión y la selección adversa de los contribuyentes que dan al traste con la solidaridad, así como con los copagos y cuotas moderadoras, que atentan contra la equidad, pues a la larga la atención se recibe conforme a la capacidad contributiva del usuario y no siempre a necesidades reales.
Con esas previsiones, que siempre tuve el cuidado de exponer, aunque causara prurito, por lo demás, la actitud, aptitud y espíritu de servicios de los trabajadores de la salud colombianos, me parecen un gran ejemplo y fue para mi una fuente inagotable de conocimientos.
Mi estancia en Colombia ha sido una de las experiencias más gratas en mi vida profesional, recordando alguna vez, que como Presidente de la Asociación de Personal, dije al Director “En este momento yo soy colombiano, porque uno es de donde come”.
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