lunes, 19 de enero de 2009

Merecería ser Verdad XV HIPOCORÍSTICOS: Sustantivos Diminutivos Cariñosos

Imagen: mundocatólico.com

Los sustantivos-del latín substantvus-relativo a la sustancia, en gramática se refieren al objeto de una oración; son el núcleo del sujeto, que identifican objetos, animales o personas.

Sintácticamente funcionan como argumento de algún tipo de predicado o complemento de un verbo. Las clases de sustantivos son: contables e incontables; individuales y colectivos; concretos y abstractos; masculinos y femeninos; singulares y plurales.

Según la estructura, el sustantivo, puede ser común o propio. Los sustantivos comunes permiten nombrar a todas las personas, animales o cosas de la misma clase o especie, sin particularizar su significado como hombre, caballo, casa. Agrupan los objetos que denominan por sus características, sin expresar rasgos distintivos. Por eso, se consideran sustantivos genéricos. Los sustantivos comunes señalan las cosas en general, nombran a cualquier ser u objeto sin diferenciarlo de otros de su misma clase. A grandes rasgos, se distinguen de los nombres propios porque: Se escriben con minúscula, son variables, tienen significado léxico, pueden llevar determinantes y suelen tener traducción.

Los sustantivos propios distinguen o particularizan a cada individuo de los demás de una misma clase, especie o género. Se aplican a un solo ser, persona, animal o cosa. Por eso, se consideran sustantivos individuales. Los nombres de las personas y de los países son nombres propios. Los sustantivos propios nombran e identifican a un ser, distinguiéndolo de los demás de la misma clase. Generalmente, presentan estas características: Se escriben siempre con mayúscula, son invariables, son monorreferenciales-es decir se refieren a una única realidad- no tienen significado léxico-no se opone a otro por sus propiedades o rasgos semánticos-, no llevan determinantes y no tienen traducción.

Se suelen distinguir dos tipos de sustantivos propios: Los antropónimos-correspondientes a nombres de personas- y los topónimos-nombres propios de lugares y accidentes geográficos-.

La antroponimia u onomástica antropológica es la rama de la onomástica que estudia el origen y significado de los nombres propios, incluyendo los apellidos. La antroponimia incluye los nombres de pila, los apellidos, los hipocorísticos, los apodos y los pseudónimos. El ser humano siente la necesidad de identificarse con un antropónimo o nombre propio. En las sociedades preestatales-sociedades que no han alcanzado la configuración de sociedad política, conformada por cazadores y recolectores, anteriores a la aparición del Estado; sociedades humanas naturales, agrarias simples, como bandas, hordas y tribus-el antropónimo está formado por un único nombre, muchas veces con algún significado descriptivo o simbólico. En las sociedades sedentarias el antropónimo consta al menos de un nombre de pila, propio del individuo y algún tipo de nombre familiar.

La inmensa mayoría de los antropónimos derivan de nombres comunes, su significado original ha dejado de ser transparentes y generalmente es desconocido; es solo un designador. Los hebreos daban el nombre según la primera cosa que decía el padre al verlos; los romanos tenían tan pocos nombres propios, que daban a sus hijos nombres de números; el cristianismo extendió la costumbre de usar nombres hebreos bíblicos; los pueblos celtas y germánicos señalaban en sus nombres las virtudes relacionadas con el mérito guerrero; el Concilio de Trento en el siglo XVI consagró la costumbre de adoptar nombres de santos. Hasta la edad media se usaban únicamente nombres de pila, haciendo la diferencia, con un homónimo, al agregar el lugar donde vivía, el trabajo que realizaba o cualquier otro rasgo característico.

El nombre de una persona consta de un nombre de pila y de uno o varios apellidos. El nombre de pila lo dan los padres a los hijos cuando nacen o en el bautizo, según las costumbres de cada idioma y país, en tanto que el apellido o nombre familiar, pasa de una generación a otra. En nuestro país se hereda en primera instancia el apellido paterno en primer lugar, seguido del materno; en otros países-como Brasil-se invierte el orden. Los antroponímicos del español tienen principalmente cuatro orígenes: romanos, hebreos y arameos, griegos y germánicos-ligados a los visigodos-. En México algunos nombres son de origen indígena-maya, náhuatl, etc.- El inventario de antropónimos está constituido primordialmente por los nombres de pila y los apellidos; nombres de santos y vírgenes; los apodos y sobrenombres; así como los nombres de pluma o artísticos.

Según el origen de los sustantivos, los nombres se clasifican en sustantivos gentilicios-derivados del lugar de nacimiento-patronímicos-derivados de algún nombre propio- y sustantivos hipocorísticos-sustantivos propios que hacen una abreviación o modificación familiar del antropónimo-. Hipocorístico, del griego hypokoristikós “acariciador”, “que habla como los niños”, “que usa nombres entrañables; son vocablos usados con intención afectuosa, sometidos a cierta deformación y abreviación, usados comúnmente en el lenguaje coloquial familiar. Los hipocorísticos son nombres que en forma diminutiva, abreviada o infantil se usan como denominaciones cariñosas, familiares o eufemísticas.

Llamamos Toño a los Antonio; Beto a los Roberto, Gilberto, Alberto o Humberto; Rosita a las Rosa María; Quique a los Enrique; Lalo a los Eduardo; Memo a los Guillermo; Rudy a los Rodolfo; Pati a las Patricias; Pili a las Pilar; Poncho a los Alfonso; Gaby a las Gabriela; Goyo a los Gregorio; Chucho a los Jesús; Coque a los Jorge; Marce a las Marcela; Tete a las Ester; Manolo a los Manuel; Angie a las Angélicas; Chelo a las Consuelo; Marucha a las María; Tavo a los Octavio; Moncho a los Ramón; Dany a los Daniel; Fallo a los Rafael; Vero a las Verónica; Chela a las Graciela; Raulito a los Raúl; Mundo a los Raymundo; Chelino a los Marcelino; Lupita a las Guadalupe; Chava a los Salvador; Eli a Elías; Chente a los Vicente; Toña a las Antonia; Lola a las Dolores; Lulú a las Lourdes; Maribel a las María Isabel; Betty a las Beatriz; Concha a las Concepción; Cristo a las Cristinas; Lety a las Leticia; Lizther a las Laura Esther; y Tamy a las Tamaras, o en mi caso a mi querida hija Rosa María y muchos hipocorísticos mas, imposibles de listar en publicación tan sucinta. Pero ningunos tan populares y frecuentes como Paco y Pepe.

Francisco-catalán: Francesc, francés: François, Francis, ingles: Francis, italiano: Francesco, Franco, alemán: Frank-, nombre masculino de origen germano, que significa “el abanderado”, ha merecido muchos hipocorísticos: Pancho, Curro, Chisco, Frasco, Cisco, Quico, Chencho, Patxi, Fran, Xico, Xicón, Pachu, Pache, Pachuca, Pachín, Pachón, Francis, Franché, Franchón, Chico y el popular Paco, que según algunos cronistas nace en la Edad Media, cuando los copistas catedralicios empezaron a escribir Phranciscus en forma reducida Phco. y Pco.

Pero otros afirman que el origen de Paco se remonta al siglo XII, haciendo referencia a Giovanni Francesco Bernadone, San Francisco de Asís, fundador de la orden Franciscana y primer abad, que ellos llamaban “Pater Comunitatis”, es decir, el padre de la comunidad de hermanos o prior, por tanto, Paco es el acrónico de PAter Comunitas.

José-catalán: Josep, francés e inglés: Joseph, italiano: Giuseppe-nombre masculino de origen hebreo-Yosefyah-que significa “añade Yahvé” o “el añadirá”, “al que Dios engrandece” hijo decimoprimero de Jacob; siempre ha gozado de multitud de hipocorísticos como: Pep, Joel, Joe, Josip, Beppe, Geppe, Che y por supuesto, el más frecuente y representativo, Pepe, que algunos enterados dicen que antes de 1400, no existía el nombre de José, como tal, en España, los llamaban “Josepe” , por lo que primero les decían “Jepe” y luego evolucionaron al actual y cariñoso “Pepe”. Además a los Giuseppe, ya les decían Peppe en Italia. Todas están elucubraciones merecerían ser verdad, pero nos quedamos con la versión más erudita: Los copistas medievales, acompañaban a los santos con sus títulos-bautista, mártir, apóstol- por lo que para publicitar el milagro, a San José, padre adoptivo de Jesús de Nazaret, le escribían P.P. En los antiguos conventos, durante la lectura de las Sagradas Escrituras, al referirse a San José, esposo de la Virgen María, decían siempre “Pater Putatibus del Niño Jesús”-padre putativo- y por simplificar P.P. Así, en honor del patrono de la Iglesia Universal, nació la costumbre de llamar Pepe a quienes llevan el nombre José.

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