martes, 13 de enero de 2009

Sucesos de Otros Lares 25 Betta Splendens: Peces Peleadores del Antiguo Reino de Siam

Imagen: Douglas Faulkner


La combinación de ávidos apostadores ludópatas, en un ambiente sórdido, casi clandestino, en presencia de dos animales altamente territoriales, crea una mezcla altamente inflamable que lleva irremediablemente a una lucha encarnizada, cruel y sangrienta de pelea de animales, muchas veces mortal, que por saciar las más bajas pasiones humanas, se convierte alrededor del mundo en un lucrativo negocio para los criminales.

Las peleas de perros son sádicos concursos en el que dos perros, acondicionados y entrenados para luchar son colocados en un espacio central, generalmente pequeño, hasta que uno de ellos, al cabo de una o dos horas, no esté en condiciones de continuar luchando por las severas heridas infligidas y recibidas, que con frecuencia pueden llegar a ser fatales. Se han efectuado en muchas y diferentes culturas, documentado este tipo de evento en toda el Asia, especialmente en el Caúcaso, donde aún en la actualidad son legítimas, lo que coincide con Afganistán, donde han vuelto, al caer el régimen de los talibanes; en contraste, aunque en gran parte de Occidente están expresamente prohibidas, siguen adiestrándose, fuera de la ley, muchas razas en fuerza y actitud, para hacer de ellas auténticas maquinas agresivas de matar. Las razas más peligrosas para la sociedad humana, protagonistas de los peores y más violentos episodios domésticos son el Pit Bull Terrier, el Doberman, el Rottweiler y los Dogos, que no titubean al arrojarse al cuello, incluso de sus propios dueños. Las características comunes de ellos, son un peso superior a los 20 kilogramos, un perímetro torácico de 60 a 80 centímetros, músculos fuertes, mandíbula grande y boca profunda.

Las peleas de gallos, originarias de Asia, ya se celebran en China desde hace 2500 años, con aves puras de combate provenientes de gallos salvajes que habitaban en libertad en la jungla; incorporándose por los conquistadores españoles a América, en donde algunos países los consideran incluso un “deporte nacional”. Una pelea de gallos es un combate que se lleva a cabo habitualmente en una arena o palenque, entre dos gallos de una raza específica, criados y entrenados especialmente para este propósito, declarando ganadora al ave que sobreviva. La pelea puede ser a “talón desnudo” o utilizando una navaja en la pata izquierda del animal. Legalmente se practica la pelea de gallos en México, Puerto Rico, Nicaragua, Honduras, Perú, Filipinas y los Estados Unidos. Entre las aves de combate y espuela se encuentran algunas razas como los Combattant du nord de Francia; Azul de Brujas y Luchador de Lieja de Bélgica; Irlandeses de combate; Españoles de las Islas Canarias y Andalucía; Shamos y Asil Turcos, Paquistaniés, Persas y Malayos. Así como gallos dominicanos, portorriqueños, cubanos y colombianos de las líneas Hatch, Sweater, Radio, Celso, Gilmore, Giro y Kelso.

Pero de los animales luchadores ninguno tan fascinante como el bellísimo Betta Splendens, nombre científico del Combattant-en francés-Sepilai o Belaga-en Malasio-Trey Kroem phloek-en Camboyés- o Cá lia Thia-en Vietnamita- Siamese fighting fish-en inglés- o Betta, combatiente, pez luchador-en español-, como se le conoce a los peces peleadores del antiguo Reino de Siam, hoy Tailandia.

Los Thai-libres-llamados “siameses” por los khmer-camboyanos-, término procedente del sánscrito “shyama”, que quiere decir dorado o moreno, fundaron a mediados del siglo XII la primera capital siamesa llamada Sukhothai; en 1350 el príncipe U Thong se hace del poder y traslada la capital del Reino de Siam a Ayuthaya-unos 80 kilómetros más al norte en el Golfo de Tailandia- consolidando la supremacía del Reino en todo el sudeste asiático, durante 417 años, en un imperio que se prolongaría hasta 1767, cuando los birmanos arrasan la capital y la dejan convertida en ruinas, convirtiendo a Thonburi en la nueva capital, hasta que en 1782 sube al trono Rama I, fundador de la dinastía que permanece en el reinado hasta nuestros días, estableciendo la capital en Bangkok-ciudad de los ciruelos silvestres-en la parte oriental del Chao Phraya.

En 1939, el Reino de Siam cambia su nombre por el de Reino de Tailandia, limítrofe con Laos, Camboya, Malasia y Birmania, sobreviviendo como el único estado del sudeste de Asia que escapó de ser colonizado por los europeos. Tailandia es una monarquía constitucional asiática, con una superficie territorial de 514 000 Km2 y una población de 65 millones de habitantes, con capital Bangkok. Curiosamente el deporte nacional de ese país es el boxeo Tai-Muay Thai-arte marcial nativo- que ha creado la especialidad de Kick Boxing, por lo que no es nada raro, que estos budistas theverada -95% de los tailandeses- sean sumamente aficionados a las peleas de peces Betta Splendens, que desde hace 600 años son protagonistas de una práctica sangrienta de pelea animal en el misterioso Reino de Siam.

Los combatientes luchadores Betta, de la familia de los Belóntidos, orden Perciformes, son nativos de la cuenca Mekong, originarios de Tailandia-de donde procede el 98%-, Camboya, Indonesia, Myanmar y Vietnam, en donde habitan en agua dulce de pantanos, charcas, arrozales, canales de riego, ríos y zonas anegadas en el sudeste de Asia. Se han introducido en países vecinos como Singapur y Malasia y ocasionalmente en países distantes tales como Colombia, Brasil y República Dominicana. De cuerpo fusiforme, con disposición de boca súpera, pueden ser de muchos colores, aunque la mayoría son rojos, azules y verde turquesa, avivando su color durante el cortejo o el combate. Los adultos miden entre 3.8 y 6.4 centímetros de longitud, con diferentes variedades de aletas, entre ellas en forma de velo, de corona, doble cola, media luna. La variedad salvaje carece de grandes aletas y sus colores son mucho más discretos.

Los luchadores de Siam no son capaces de obtener el oxígeno suficiente del agua por lo que deben salir cada cierto tiempo a la superficie para respirar. Debajo de cada hendidura branquial tienen un órgano especial, el laberinto, que utilizan para tomar aire. De esta manera pueden vivir en el agua aunque no les aporte la cantidad de oxígeno necesaria. Los machos construyen un nido para guardar los huevos formando burbujas pegajosas, que acumulan en forma de espuma sobre la superficie del agua. Después expulsan esperma para fecundar los huevos, que han puesto las hembras en la espuma, y se encargan del cuidado de las crías durante un corto periodo.

Los peces Betta Splendens mantienen viva la práctica popular de la riña animal por apuestas en varias ciudades de Asia, particularmente en Bangkok, aunque pueden participar con apuestas a distancia por la web, utilizando el Internet desde varios países. Estos peces son entrenados como los pugilistas del boxeo para poder vencer y ser así redituables; enfrascándose en una salvaje lucha donde abundan las mordeduras y los golpes. Aunque se producen daños importantes en las aletas y en las escamas durante la pelea, casi siempre se recuperan por completo en unas cuantas semanas.

Los combatientes machos son más agresivos que los combatientes hembras, atacan incluso su propio reflejo en un espejo, por lo que deben contenerse en compartimentos denominados “beteras” y nunca ponerlos junto a otros machos en la misma pecera, ya que su naturaleza violenta, sumada a una marcada actitud territorial provoca que estos peces puedan enfrascarse en algún tipo de lucha con sus pares. Las hembras son usualmente pacíficas y varias pueden mantenerse juntas mientras no haya un macho en el acuario.

Los Betta cuentan con muchos criadores en todo el mundo por su facilidad para la cría, ya que para mantenerlos en buena salud no requiere un respirador, pues su desarrollo pulmonar primitivo, equipado con un órgano accesorio llamado laberinto, los insta a salir a la superficie a tomar aire. La alimentación tampoco es un problema, ya que si bien lo ideal es que se le den escamas, también alcanza con suministrarle tan solo carne. En su habitat natural su principal ingesta son las larvas de mosquito.

Debido a su enorme belleza, en nuestro medio occidental es uno de los preferidos de muchos amantes de los peces, quienes lejos de admirar su violencia, los crían para contemplar sus exquisitas formas y sus bellos y radiantes colores, los cuales por cuidados genéticos, están conformados por el rojo, el azul, el verde y algunas combinaciones que se forman entre los mismos.

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