miércoles, 8 de mayo de 2019

Apuntes de Oceanía: 09 WINDY WELLY, los fuertes vientos del Estrecho de Cook.

Te Ika a Maui, “El Pez de Maui” en maorí, es la Isla Norte (North Island), una de las dos islas principales de Nueva Zelanda, con 113, 729 km² de extensión territorial es la más habitada, albergando tres cuartas partes de la población del país kiwi, 3,148,400 habitantes, siendo famosa por su actividad volcánica, los géiseres, sus grandes manantiales termales, los Parques Nacionales y las ciudades cosmopolitas más importantes.
Bahía de Islas, Fue el primer lugar donde se establecieron los blancos europeos, a través de la Compañía de Nueva Zelanda, que desde 1837, en Londres, estableció como objetivo promover la colonización sistemática de Nueva Zelanda, siguiendo los principios de Edward Gibbon Wakefield, quien concibió la creación de una nueva sociedad modelo inglesa en el hemisferio sur, declarándose en 1838  la soberanía británica sobre Nueva Zelanda


La Compañía de Nueva Zelanda organizó una expedición para compra de tierras, que partió en 1839 a bordo del Tory, seguido por un equipo de agrimensores en el barco Cuba y nueve barcos con inmigrantes británicos, luego la Compañía, con la ayuda del cazador de ballenas y comerciante Dicky Barret, quien hablaba maorí, estableció asentamientos en Port Nicholson, lo que hoy es Wellington, negociando la comprar de tierras con los aborígenes.
 En noviembre de 1840 los directores de la Compañía de Nueva Zelanda le informaron a Wakefield que deseaban que el nombre del pueblo Bahía de Lambton sea cambiado en honor al Duque de Wellington, en reconocimiento por su fuerte apoyo a los principios de la colonización de la compañía.
Entre las principales ciudades de la Isla Norte se encuentran ubicadas: Auckland, la más poblada del país; en el noreste; Tauranga, Napier y Wellington, la capital del país, en el extremo sur de la isla, una ciudad alegre, colorida, moderna y cosmopolita sita en la Región del mismo nombre, de 8124 Km2 y 473700 habitantes.
En el extremo suroeste de la Isla Norte, en el mismo sitio que ocupó la antigua Whanganui-A-Tara (El gran puerto de Tara) se encuentra Wellington, ciudad que tomó ese nombre en honor de Arthur Wellesley, primer Duque de Wellington, vencedor de la batalla de Waterloo.
Fundada en 1839, ante la amenaza que representaba la inminente separación de la Isla Sur, dada su bonanza creciente por la tenencia de oro, se convirtió en 1865 en la nueva capital de la nación, aprovechando su situación de centro geográfico del país.
Wellington, la tercera ciudad más poblada de Nueva Zelanda, después de Auckland y Christchurch, es la capital nacional más austral del mundo. Está considerada entre las más importantes ciudades saludables del orbe goza de un muy alto nivel de calidad de vida, ya que se trata de un importante centro financiero, comercial y de negocios, además de ser un centro cultural, albergando el ballet, la orquesta sinfónica y museos nacionales, así como por ser centro de la industria del cine y del teatro.
Este espectacular puerto también destaca como centro político de Nueva Zelanda en donde tienen presencia el Parlamento, las oficinas de los Ministerios, Departamentos Gubernamentales y las Misiones extranjeras. 
Parlamento de Nueva Zelanda.
Visitar esta ciudad, en donde abunda la belleza, es un viaje al pasado victoriano y la oportunidad de admirar lindos edificios de estilo gótico.


En la Región de Wellington, en sus 8124 Km2, hay un poco más de 473,700 habitantes  que se refieren a su gran ciudad como Welly, un hipocorístico de Wellington; otros le dicen Windy Wellington, (Wellington ventoso) pero con mucho más frecuencia se refieren a ella, simplemente como Windy Welli.  
Cuando piensa uno en ciudades ventosas  supone uno que hay que considerar a Chicago, la "ciudad de los vientos"; a Pachuca, México "la bella airosa" o quizá hasta Buenos Aires, Argentina. Pero no, ninguna de ellas está entre las diez ciudades más ventosas del mundo. Según publicaciones en internet, la décima ciudad más ventosa es Perth, ciudad del sudoeste australiano, capital de la provincia de Australia Occidental y cuarta ciudad más poblada de ese país; la novena, Amarillo, ciudad del norte de Texas, Estados Unidos; la octava, la ciudad de Yigo, que se encuentra al norte de la isla de Guam, cerca de Filipinas; la séptima, Ushuaia, Argentina, capital de Tierra del Fuego, la ciudad del fin del mundo por ser la más austral del planeta; la sexta, Casper, Estados Unidos, la segunda ciudad más grande del estado de Wyoming; la quinta, Dodge City, en Kansas, Estados Unidos, donde cuando nieva, la sensación puede ser de cristales que cortan; la cuarta, Punta Arenas, Chile situada en el estrecho de Magallanes donde se une el Atlántico con el Pacífico; la tercera, St. Jhons, capital y mayor ciudad de la provincia canadiense de Terranova y Labrador, situada en el extremo oriental de la península de Avalón, Canadá, donde hay más niebla, donde más nieva y donde menos luce el sol, además de ser la más ventosa de Norteamérica, donde las ráfagas alcanzan un promedio de 13 a 15 mph.; la segunda, Rio Gallegos, en el extremo austral de la Patagonia Argentina y la primera, a la que le corresponde el título, Wellington, Nueva Zelanda, la capital más austral del planeta, es la más ventosa porque como media al año, durante 173 días se producen vientos de más de 60 kilómetros por hora y algunas veces alcanza los 74 km/h.


El estrecho de Cook neozelandés es un verdadero reto, ya que se trata de un canal de aguas heladas, turbulentas corrientes y ráfagas de fuerte viento propio del lugar, llamado así en honor del marino inglés James Cook, separa las dos principales islas de Nueva Zelanda, teniendo una anchura mínima de solo 25 kilómetros y una profundidad media de 128 metros. Por sus caudales extremos y cambiantes, causados por las mareas, y el clima frecuentemente tormentoso, es clasificado entre las aguas más peligrosas del mundo.
Por el estrecho penetran los vientos que giran Por el estrecho penetran los vientos  que giran ininterrumpidamente desde América del Sur hacia miles de millas al oeste. Las ráfagas, generalmente tienen un promedio de 16,6 mph, pero pueden llegar a 154 mph, el récord registrado en 1962.Wellington, azotada por vendavales que soplan desde el Pacífico austral hacia el mar de Tasmania, rachas que se encajonan en el estrecho de Cook, aprovecha al máximo la energía eólica y tiene 62 turbinas en las colinas que rodean la ciudad. La brisa intensa beneficia a marineros y surfistas, además la contaminación es casi inexistente.
En los renovados muelles de Waterfront, las viejas bodegas hoy son museos y restaurantes, y hay numerosos parques; por su prosperidad y seguridad los jóvenes de todo el orbe quieren vivir en Nueva Zelanda ya que está clasificada entre las de mejor calidad de vida en el mundo, en contraste Wellington es la ciudad más ventosa del planeta, esto no es incompatible, los vendavales molestan, pero el viento barre la contaminación, impulsa las aspas de los generadores eólicos y llena los pulmones de aire puro. 
Aunque hay muchas cosas que visitar en la Ciudad de Wellington, Nueva Zelanda, no debe perderse la oportunidad de conocer un símbolo ampliamente reconocido de la capital: el Wellington Cable Car, un funicular rojo, que transita una línea de 628 metros, entre Lambton Quay, la principal calle comercial, y Kelburn, un suburbio en las colinas con vista al centro de la ciudad, a un lado del Jardín Botánico de Wellington.
Jardín Botánico de Wellington.
Los dos carros que lo constituyen, comienzan en los extremos opuestos, pasan a través de tres  túneles y tres puentes, su velocidad normal de operación es de 18 km/hora, con una carga máxima de alrededor de 100 pasajeros, unos sentados y la mayoría a pie,  con un peso calculado de  23.1 toneladas cuando esta lleno.


Inaugurado el 22 de febrero de 1902, ha tenido un mejoramiento continuo, desde los viejos tranvías tirados por caballos, el engranaje de bobinado a vapor, hasta el  motor eléctrico.




El teleférico es utilizado por poco menos de un millón de personas cada año, lo que lo hecho sumamente rentable.

Junto al puerto, en pleno centro de la ciudad, en un edificio impresionante por fuera y por dentro, de seis plantas, se ubica el excepcional Museo Nacional de Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa (nuestro lugar).
Inaugurado el 14 de febrero de 1998, como un un museo interactivo de alta tecnología, organizado en base a imágenes e información escrita, que mantiene una propuesta de integración y trabajo multidisciplinario.
Tiene exposiciones permanentes de tres colecciones: La de Historia, tanto de Nueva Zelanda como de algunas islas del Pacífico; la de Historia Natural sobre fósiles de vertebrados,  plantas, pájaros autóctonos, anfibios, reptiles, insectos y otros animales, así como Arte y Cultura de los pueblos del Océano Pacífico, disponiendo de más de 30,000 Taongas, que permiten entender mejor, los tesoros culturales maoríes.
Personalmente me impresioné con el calamar gigante más pesado que se ha atrapado, pesa 495 kilos y tiene una longitud de más de ocho pies. Fue capturado por un barco pesquero neozelandés en las aguas de la Antártida en 2007 y se conserva en un gran estanque.
Lo que más me extrañó, en un país que todo lo cobra, y caro, es que el Te Papa es de entrada libre, al menos para todas las exposiciones permanentes, cobrando al millón de personas que los visitan cada año, solo las exposiciones temporales.


El tranvía sube a la montaña, al Monte Victoria, desde donde se aprecia una vista panorámica maravillosa. Al llegar a la cima del Monte Victoria no pude sacar una fotografía, so pena de perder mi gorra que protegía con mis dos manos del fuerte viento. De verdad es Wendy Willy.  

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