Nueva Zelanda se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, se asienta
en la falla que converge entre las placas tectónicas de Oceanía y del Pacífico,
muy cercana a otras islas con fuerte actividad sísmica, donde en la última
década se ha registrado sismos de hasta magnitud 8.0, como Vanuatu y las Islas
Salomón, entre otras. Este fenómeno de subducción, donde en algunos puntos el
deslizamiento de las placas alcanza los 240mm por año, da como resultado, una
zona sumamente sísmica. En el país de los Kiwis, cada año se registran 14,000
movimientos telúricos, de los que entre 100 y 150 tienen la suficiente potencia
para ser percibidos.
La Isla Sur no tiene actualmente volcanes activos, sin embargo, a finales
del Cretácico (100 a 65 millones de años) hubo actividad volcánica
generalizada, particularmente en la Costa Oeste y en la zona de las actuales
regiones de Canterbury y Otago. Los centros volcánicos más conocidos del
Mioceno fueron las penínsulas de Otago y Banks, esta última, cerca de la actual
Chistchurch, la ciudad más sísmica, en donde han ocurrido tres de los cinco
terremotos más fuertes del país, entre ellos uno
de los terremotos más destructores de Nueva Zelanda, que la dejó en escombros,
con daños materiales generalizados, amén de causar víctimas
mortales.
Desde 1850 un grupo de los primeros europeos que se establecieron en
la Isla Sur crean la Región de Canterbury, actualmente, con una superficie de
42,220Km2 (equivalente a Suiza), es la región más grande de las 16 que existen
en el país. Su principal ciudad y capital es Christchurch.
En esta
región se encuentra la península de Banks, un promontorio de 1000 Km2 y
8000 habitantes, que se constituyó a partir de dos volcanes intraplaca
principalmente basálticos, correspondientes a los puertos de Littleton y
Akaroa. Ubicada en la Isla Sur de Nueva Zelanda, se extiende por alrededor de
55 km al interior del océano Pacífico y es adyacente a la ciudad más grande de
la Isla Sur, Christchurch. Desde lo alto, mirando el mapa de Nueva Zelanda, la
Península de Banks llama mucho la atención por su forma, un montículo que se
eleva sobre el océano y agrietado por una zanja enorme en el centro, su origen
volcánico es el origen de su forma caprichosa. Nombrada en honor del
explorador, botánico y naturalista autodidacta inglés, barón Joseph Banks que
acompañó, como tripulación supernumeraria, de pasajeros civiles
como equipo científico de la expedición en la nave Endeavur, el Primer Viaje
expedición de James Cook en 1768-1771, circunnavegando el mundo a partir del
Puerto de Plymouth.
Si bien
la planta más emblemática de Nueva Zelanda, que aparece en su escudo y es el
logo de los All Blacks, Selección de Rugby, es el helecho plateado,
especie endémica arborescente, de coloración blanco plateada en el envés, conocido
también por los nombres comunes silver tree fern, kaponga en idioma maorí, y el
nombre científico de Cyathea dealbata, hay un árbol de flor carmesí que se ha
convertido en un símbolo importante para los neozelandeses en casa y en el
extranjero: El árbol endémico con vocación marina, el Pohutukawa, que
Daniel Solander, botánico sueco, discípulo de Linneo, que trabajaba en el Museo
Británico cuando fue contratado por Joseph Banks, nombró Metrosideros excelsa,
de “metra” interior del tronco y “sideros” hierro, por el duramen (parte del
tronco que constituye el tejido leñoso o xilema) con la dureza y el color del
hierro.
El Pohutukawa que en maorí significa “árbol con adornos rojos que
crece junto al mar”, es una
de las doce especies de Metrosideros endémicas de Nueva Zelanda, un árbol
perennifolio, de la familia de los mirtos, que crece hasta 20 metros de
altura, con una copa extensa en forma de domo con una extensión de follaje de
38 metros de anchura; vive cerca de mil años ya que es resistente a la fuerte
concentración de salinidad. Tiene la reputación de ser un habitante de los
riscos, capaz de mantener un agarre en precarias y casi verticales situaciones,
lo que le permite colonizar las rocas desnudas de la costa.
Su rango natural son las regiones costeras y la orilla de los lagos, desde
la Tierra del norte (Northland) hasta el final de la Bahía de Plenty. Hay otra
variedad: el árbol rata del sur, de la lengua maorí rātā,
que es un poco más chico nombrado Metrosideros
umbrellata.
El Pohutukawa ha sido aprovechado por los nativos maoríes por su madera y
sus propiedades medicinales, ese pueblo lo incorporó a sus leyendas y
tradiciones, porque tenía un gran significado simbólico, era el primer árbol
que veían al llegar y el último en las despedidas.
Produce un conjunto de llamativas flores carmesí, brillosas, compuestas de
estambres, que cubren el árbol, floreciendo de noviembre a enero con un pico en
el medio del final de diciembre (el verano del hemisferio sur), por
lo tanto tiene el sobrenombre de árbol de Navidad de Nueva Zelanda, (New
Zeland Christmas Tree).
Los colonos europeos con sus ramas siempre verdes adornaban las casas e
iglesias durante la Navidad y le llamaron “acebo de las antípodas”. Desde el
SXIX se celebró la Navidad con una amplia difusión del Pohutukawa. En la
actualidad el hermoso árbol es considerado como el árbol emblemático de Navidad
de Nueva Zelanda, de tal manera que como símbolo del cambio de mentalidad ahora
se enorgullecen de que en las tarjetas navideñas de Nueva Zelanda cada vez se
ven menos muñecos de nieve y en cambio más flores rojas de Pohutukawa.
Este bello árbol, también es considerado un árbol sagrado para los maoríes,
en el extremo distal de la isla norte, en el cabo Reinga (que significa
inframundo), un viejo Pohutukawa de unos 800 años es venerado por los maorís
como el lugar donde los espíritus de los muertos llegan desde todos los lugares
de la isla como puerta del más allá, para encontrar la paz y el descanso
eternos. Al lugar se le conoce con un segundo nombre muy significativo: Te
Rerenga wairua, lugar donde despegan los espíritus.
Aunque no se puede considerar una planta amenazada, sus bosques han sufrido
una gran merma, porque además de la ocupación de las zonas costeras por
residencias y granjas, el efecto del fuego y la introducción de herbívoros como
la zarigüeya australiana (Trichosurus vulpécula), incluida en la lista de las
100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, que mordisquea y consume
sus hojas, por eso desde hace 25 años comenzó una iniciativa conservacionista
llamada Proyecto Carmesí (Project Crimson) el cual afortunadamente ha logrado
un éxito notable en el propósito de conservar la especie.
Si bien
el Pohutukawa es originario de la isla norte, yo tuve mi primer contacto con
este atractivo árbol en el tranquilo pueblo de Akaroa,
la ciudad más grande de la península de Bank, isla sur, con una localización
privilegiada en una estrecha bahía rodeada de colinas volcánicas, a solo 82 km,
una hora y media en coche desde Christchurch.
Antes de 1840 el área actual del poblado
Akaroa fue conocido como Wangaloa.
El
centro histórico en el corazón de un volcán antiguo alberga a pequeños
pingüinos, sus espectaculares alrededores ofrecen muchas actividades tanto en
la zona marítima como en la tierra, hay oferta de diversos cafés y boutiques
exquisitas y galerías que ofrecen extraordinarios productos locales.
La riqueza en nutrientes de la tierra volcánica hace que su flora y sus
hábitats submarinos sean de gran belleza, con jardines frondosos frente a
sus puertas repletos de arbustos y flores.
La riqueza en nutrientes de la tierra volcánica hace que su flora y sus
hábitats submarinos sean de gran belleza, con jardines
frondosos frente a sus puertas repletos de arbustos y flores. En
1836, los occidentales todavía no han tomado el control de Nueva Zelanda. Las
hostilidades entre tribus maoríes comenzaron de nuevo y la península de Banks
es despoblada por sangrientas batallas, en este lugar se estableció una base de
balleneros franceses, entre ellos un aventurero normando, nacido en 1808
en La Luzerne, Francia, llamado Jean François Langlois, que habiendo sido
marinero llegó a capitán de barco, decidiendo transformarse en colonizador,
negoció la compra y adquirió por la insignificante suma de 1000 francos, con la
tribu maorí, 12,000 hectáreas de tierra en nombre de su Nación, iniciando
un programa a gran escala de asentamientos de colonos.
En mayo
de 1839 Langlois retorna a Francia para tramitar los permisos de la corona lo
cual le hizo perder tiempo muy valioso, tratando de convencer al rey Luis Felpe
de apoyar la formación de la Compañía Nanto-burdalesa. En enero de
1840, 53 reclutados, entre franceses y alemanes, parten a la fundación
de Port Louis-Philippe, nombrado en homenaje al rey francés de
esa época, llegando en julio de ese mismo año, fundando los colonos franceses
Akaroa, (cuyo nombre significa "bahía
larga" en maorí) la ciudad más antigua de la región de
Canterbury. Pero llegan cuando el Tratado de Waitagi ha sido firmado y ya se
había plantado la bandera británica.
Obligados a desembarcar, los colonos franceses no tienen otra opción que
vender sus tierras a la corona británica. La mayoría
decidió quedarse y fundaron Akaroa, que se convirtió en un pueblo francés en
una colonia inglesa. Ellos serán naturalizados en
1850, Muchos de los comercios actuales, del paseo marítimo y el casco antiguo, tienen una
bandera ondeando en el frente de los negocios, efectuando Cucú un exitoso
examen de francés en el sector francófono de Akaroa.
Akaroa
ofrece muchos lugares de interés para visitar, tanto marítimos como terrestres,
entre ellos ocupa un lugar muy destacado la interesante Casa del Gigante, parte
única de la historia de esa ciudad, fue construida en 1880 por el gerente
del primer banco de Akaroa, la casa es de reminiscencias francesas con el
estilo típico del lugar.
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