sábado, 12 de abril de 2008

PREGUNTAS AL ABUELO 22 ¿Término que define un empleo retribuido, con poco o ningún trabajo?


PREGUNTA 22 ¿Cuál es el término que define a un empleo o cargo retribuido, que ocasiona poco o ningún trabajo?

Respuesta 22: SINECURA

Recientemente recibí un correo electrónico del buen amigo Dr. Juan de Dios Delgado, que desde San Cristóbal del Táchira, Venezuela, me envía una serie de refranes “solo para gente culta”, a fin de traducirlos al lenguaje llano, entre ellos estaba el siguiente: “No existe adversidad que por sinecura no se trueque”, es decir, “no hay mal que por bien no venga”.

No cabe duda que quien recibe una sinecura la considera un preciado bien, pero desde el punto de vista colectivo, cada sinecura representa un mal para la sociedad en general.

El concepto sinecura tiene tres elementos –“dignidad”, recompensa y grado de responsabilidad-.
· La “dignidad” es el título que adquiere con el cargo o empleo, de tipo político, administrativo o eclesiástico que ostenta el “sinecurista”, rimbombante y con tendencia al nepotismo.
· La recompensa o sueldo, es la retribución, generalmente muy buena y siempre absolutamente desproporcionada con el poco esfuerzo requerido para el cargo.
· Y el grado de responsabilidad, que es mínima o nula, como lo indica la expresión latina, Sine cura, que significa sin trabajo, cuidado o esfuerzo, es decir sin deberes.

Las sinecuras han existido siempre-incluso el sinecurismo y el sinecurista- y han sido una institución característica de los regímenes absolutistas, particularmente monárquicos, pero también republicanos, constituyendo una parasitosis institucional permanente, porque permiten el uso abusivo y en provecho propio, del bien público, con alto ingreso y nula responsabilidad

La Corona, como fuente de ingresos, exigía pagos determinados para nombrar a un individuo a un cargo público, que se creaban para allegar fondos al erario, quienes los compraban no lo hacían por afán de servir al pueblo, sino de cobrar un sueldo sin trabajar y poder utilizar sus prerrogativas para compensar holgadamente el desembolso inicial. Había una lista de inútiles mantenidos por la munificencia del monarca que recibían nombramientos y recompensas.

En el ámbito republicano, se premian las lealtades y los eventuales servicios electorales, con un trato de tipo “hoy por ti, mañana por mí”. Los generosos contribuyentes a las campañas presidenciales reciben a cambio embajadas, es práctica rara que los políticos, sindicalistas o dirigentes de partidos, se nombren por su competencia, los criterios son el compromiso, los equilibrios, las presiones y las recomendaciones. La moda anglosajona de la paridad de sexo es más importante que la competencia y la honradez en el desempeño.

Los beneficiados por las sinecuras son a la administración de todo Estado, lo que los vagos e ineptos a cualquier familia, un lastre inevitable, un peso muerto que no puede ser amputado, pues priva la amistad, camaradería, complicidad, conveniencia, coimas disfrazadas. La sinecura es un analgésico político-financiero de uso diario.

La sinecura eclesiástica, antes del sínodo diocesal burgalés, permitía incorporar a los beneficios del hábito, aún a aquellos que no sabían leer o escribir, ni conocían la doctrina de la iglesia. Los puestos más relevantes se reservaban para los personajes procedentes de la nobleza.

La entrada al estamento clerical aseguraba el sustento y entrañaba privilegios considerables, como la exención fiscal individual, la inmunidad frente a la jurisdicción civil y el disfrute de numerosas rentas de las prebendas y canonjías.

Los Administradores Públicos, los Políticos y los Partidos, respetan, aceptan o al menos reconocen las reglas del juego, lo que les permite disfrutar por igual de variados privilegios, obteniendo cargos que llevan aparejados prebendas, pero no obligaciones específicas. Con escaso esfuerzo laboral pretenden emular la vida de un rentista, obteniendo becas y estipendios. No en balde se han acuñado términos como ventaja, bicoca, enchufe, momio, gaje, chollo, chamba, ganga, botella, cambur y aviador, entre muchos otros.

En nuestro país las sinecuras no podrían calumniarse de escasas, baste repasar las más prominentes: Los partidos políticos, las dirigencias sindicales, los verificentros y las notarías, que por si fuera poco, en el colmo, estas últimas son hereditarias.

No pocos empresarios, como sinecura otorgada por el Gobierno, se benefician de las protecciones arancelarias, que no generan nueva riqueza, ya que lo que hacen es transferir los recursos de los consumidores a los productores o intermediarios que incrementan sus ganancias. El progreso de unos pocos se logra a costa de la mayoría, sin que la riqueza del país aumente. El éxito de un empresario está en lograr que el Gobierno proteja su actividad y los incorpore en una lista de privilegiados, maniobra esencialmente política, que genera injusticia e ineficiencia.

Mención especial merecen las comisiones, que nacen para desfacer entuertos, desenterrar verdades o resolver problemas, pero rara vez logran algo que valga la pena, pues posponen, distorsionan, enredan y sepultan. Puede Usted recorrer el mundo y jamás encontrará un monumento que conmemore los trabajos de una comisión.

No se ha de confundir a los retirados o jubilados con sinecuristas. Los retirados son los que ya no trabajan, los sinecuristas son aquellos que no trabajaron jamás.

Por lo anterior, es que la sabiduría popular ha acuñado la frase:

“Conseguir el trabajo de un cura, las vacaciones de un maestro y el sueldo de un ministro”.

PREGUNTA 23 ¿Balneario escondido en el abundante verdor de la selva amazónica venezolana, a tan solo 25 minutos de Puerto Ayacucho, integrado por una enorme laja resbaladiza, por donde se desliza un riachuelo, formando un excitante deslizadero acuático, que llega hasta una piscina natural?

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