No puedo evitarlo, cada vez que pienso en ciertas frutas, invariablemente las asocio con una persona, un lugar o ambas cosas, por eso al rememorar las frutas que he conocido en México evoco a muchos de mis antepasados.
Mis primeras experiencias con árboles frutales fueron en el “corral” de la casa de Papá Ricardo (mi abuelo paterno), particularmente con los dulces nísperos de sus cinco árboles de frágiles ramas, que mas de una vez tuve que reparar con lodo sus fracturas, que dañaba al subirme en ellas; pero también las higueras, la breva, la granada y hasta un membrillo que daba fruto muy rara vez.
En casa de mi tío abuelo, además de un limón real cidra, enorme y ácido, había un árbol de tejocote con el tronco mas grueso que haya yo visto jamás en este tipo de árboles, él tío Rodolfo, como el resto de la familia, también tenía nísperos.
Los niños de los cincuenta disfrutábamos de una linda tradición, las posadas, en las que el evento estelar era romper las piñatas, ollas de barro adornadas, rebosantes de frutas de temporada, como jícamas, limas, cacahuates, tejocotes, cañas y naranjas sin semilla.
En casa de mis padres teníamos chabacano, zapote blanco, higuera, aguacate, pera, tejocote, limón y el infaltable níspero. Enfrente, en casa de mi tío Armando, en el fondo de una “joya”, oquedad en el pedregal, había un extraordinario ciruelo amarillo y un auténtico árbol de xoconostle.
Visitar a mi tía Marucha, hermana de mi madre, era degustar plátanos morados; pensar en mi tía Lila, otra hermana de mi madre, era pensar en los excepcionales mangos de Manila que traía de Chacaltianguis y compartía con nosotros. Ir al puesto de frutas de la esquina, con Doña Rosa, permitía probar el mezcal (corazón del agave cocido y ligeramente fermentado), los tamales de capulín y las tunas. A la salida del Estatuto Jurídico, mi escuela primaria, se ofrecían perones, jícamas y pepinos, con limón y chile piquín.
Desde siempre consumimos agua de jamaica y de chía, Los helados que nos ofrecían cuando íbamos al cine, incluían los sabores de piñón y pistache; comíamos pepitas de calabaza, y en las frías noches de diciembre, era común pasar cerca de los puestos de castañas tostadas.
Cuando acompañaba a Quique mi primo a su casa de Colorines, cerca de Valle de Bravo, encontrábamos mamey y chirimoyas. Mi tío Felipe, esposo de la tía Chelo, hermana de mi mamá, en el centro de la mesa del comedor sembraba las semillas de zapote negro con lo que siempre tenía un frondoso adorno; a la vez, mi mamá, preparaba con ese zapote, un espléndido dulce al que le agregaba jugo de naranja con azúcar, flameado con algún licor.
Casi al final de mi niñez, en el “Pullman”, el mejor tren, fui con el hermano menor de mi papá, el tío Rubén, a Guadalajara, ahí conocí los deliciosos arrayanes cristalizados; al Puerto de Veracruz, con el tío Armando, hermano mayor de mi papá en donde disfruté de la guanábana y con mi padre a Acapulco, en donde me sorprendí con la papaya roja y el dulce de tamarindo.
No todas las frutas que menciono en este post son frutas mexicanas pero si todas, son frutas que por primera vez en mi vida, vi en mi patria natal.
Mis primeras experiencias con árboles frutales fueron en el “corral” de la casa de Papá Ricardo (mi abuelo paterno), particularmente con los dulces nísperos de sus cinco árboles de frágiles ramas, que mas de una vez tuve que reparar con lodo sus fracturas, que dañaba al subirme en ellas; pero también las higueras, la breva, la granada y hasta un membrillo que daba fruto muy rara vez.
En casa de mi tío abuelo, además de un limón real cidra, enorme y ácido, había un árbol de tejocote con el tronco mas grueso que haya yo visto jamás en este tipo de árboles, él tío Rodolfo, como el resto de la familia, también tenía nísperos.
Los niños de los cincuenta disfrutábamos de una linda tradición, las posadas, en las que el evento estelar era romper las piñatas, ollas de barro adornadas, rebosantes de frutas de temporada, como jícamas, limas, cacahuates, tejocotes, cañas y naranjas sin semilla.
En casa de mis padres teníamos chabacano, zapote blanco, higuera, aguacate, pera, tejocote, limón y el infaltable níspero. Enfrente, en casa de mi tío Armando, en el fondo de una “joya”, oquedad en el pedregal, había un extraordinario ciruelo amarillo y un auténtico árbol de xoconostle.
Visitar a mi tía Marucha, hermana de mi madre, era degustar plátanos morados; pensar en mi tía Lila, otra hermana de mi madre, era pensar en los excepcionales mangos de Manila que traía de Chacaltianguis y compartía con nosotros. Ir al puesto de frutas de la esquina, con Doña Rosa, permitía probar el mezcal (corazón del agave cocido y ligeramente fermentado), los tamales de capulín y las tunas. A la salida del Estatuto Jurídico, mi escuela primaria, se ofrecían perones, jícamas y pepinos, con limón y chile piquín.
Desde siempre consumimos agua de jamaica y de chía, Los helados que nos ofrecían cuando íbamos al cine, incluían los sabores de piñón y pistache; comíamos pepitas de calabaza, y en las frías noches de diciembre, era común pasar cerca de los puestos de castañas tostadas.
Cuando acompañaba a Quique mi primo a su casa de Colorines, cerca de Valle de Bravo, encontrábamos mamey y chirimoyas. Mi tío Felipe, esposo de la tía Chelo, hermana de mi mamá, en el centro de la mesa del comedor sembraba las semillas de zapote negro con lo que siempre tenía un frondoso adorno; a la vez, mi mamá, preparaba con ese zapote, un espléndido dulce al que le agregaba jugo de naranja con azúcar, flameado con algún licor.
Casi al final de mi niñez, en el “Pullman”, el mejor tren, fui con el hermano menor de mi papá, el tío Rubén, a Guadalajara, ahí conocí los deliciosos arrayanes cristalizados; al Puerto de Veracruz, con el tío Armando, hermano mayor de mi papá en donde disfruté de la guanábana y con mi padre a Acapulco, en donde me sorprendí con la papaya roja y el dulce de tamarindo.
No todas las frutas que menciono en este post son frutas mexicanas pero si todas, son frutas que por primera vez en mi vida, vi en mi patria natal.
NOMBRE MEXICANO nombre científico Otros nombres
01 NÍSPERO Eriobotrya japonica Nísperos, níspero del Japón, loquat, míspero
02 HIGO Ficus carica Sicono
02 HIGO Ficus carica Sicono
03 BREVA Ficus carica L. Higo, higuera
04 GRANADA Punica granatum L. Shi liu
05 MEMBRILLO Cydonia oblonga Mill Manzana de Cidón, gamboas
06 CIDRA Citrus medica Cidro
07 JAMAICA Hibiscus sabdafiffa L
08 PISTACHE Pistacia vera Alfóncigo
09 LIMA Limonia aurantifolia Limón dulce
10 CHABACANO Prunus armeniaca Albaricoque, damasco, albarillo, abricot, aprisco, apricot, albérchigo, alberge
11 CASTAÑA Castanea Sativa Castaño, regoldo
12 TAMARINDO Tamarindus indica Dátil de la India, pah-ch’uuk, tamarinheiro
13 PERA Pyrus communis Pera silvestre
14 LIMÓN Citrus Aurantifolia Chistm Lima ácida, limón tahiti, limón persa
15 CIRUELA AMARILLA Prunas Salicina Claudia reina
16 PLÁTANO MORADO Musa acuminata colla (clon morado) Velillo
17 MANGO DE MANILA Mangifera indica L. Manga
18 PERÓN Pyrus malus L.v.
No hay comentarios:
Publicar un comentario