Las gemas son rocas o minerales, que se formaron del enfriamiento del magma, de la sedimentación o por alteración de los minerales (metamórficas), que al ser cortadas y pulidas, pueden usarse en joyería para elaborar alhajas, que se evalúan por su belleza, perfección y durabilidad, caracterizándose por su color, brillo, transparencia, rareza y forma peculiar.
El grupo favorito de las damas, son la piedras preciosas, tales como el diamante, rubí, zafiro y la esmeralda, pero no les “hacen el feo” a las consideradas como semipreciosas, unas 130 especies de minerales, entre las que se encuentran entre otras: Ágata, amatista, aguamarina, jade, lapislázuli, malaquita, ópalo, cuarzo, topacio y turquesa.
En este grupo, de semipreciosas, se encuentra la piedra ornamental, antiguamente llamada ratholita, que es un silicato ácido hidrato de calcio y sodio, de amplia difusión en el mundo, con afloramientos en lugares tan distantes entre si, como Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, India y Austria, resultado de la actividad volcánica de la tierra, hace millones de años.
La piedra, a veces incolora, gris o verde, actualmente se le conoce por el nombre que le designó el geologo aleman Kobell en 1828, Pectolita, de las palabras griegas pektos (compactado) y lithos (piedra),
Pero la variedad conocida como pectolita azul, de toda la corteza terrestre, solamente aparece en la Sierra de Bahoruco, Provincia de Barahona, en la región sur-occidental de la República Dominicana.
La pectolita azul, con motivo de la erosión, podía encontrase a lo largo del cauce del río Bahoruco. A principios de siglo XX, el padre Miguel Domingo Fuentes, informó al Arzobispo de su existencia, sin ninguna consecuencia práctica.
La piedra, a veces incolora, gris o verde, actualmente se le conoce por el nombre que le designó el geologo aleman Kobell en 1828, Pectolita, de las palabras griegas pektos (compactado) y lithos (piedra),
Pero la variedad conocida como pectolita azul, de toda la corteza terrestre, solamente aparece en la Sierra de Bahoruco, Provincia de Barahona, en la región sur-occidental de la República Dominicana.
La pectolita azul, con motivo de la erosión, podía encontrase a lo largo del cauce del río Bahoruco. A principios de siglo XX, el padre Miguel Domingo Fuentes, informó al Arzobispo de su existencia, sin ninguna consecuencia práctica.
No fue sino hasta 1974, que el artesano Miguel Méndez y el Señor Norman Rilling, colectaron muestras de pectolita azul y crearon las primeras joyas con este mineral, al que denominaron Larimar, por Larissa, nombre de una hija de Méndez y por mar, por el color azul de la piedra, semejante al Mar Caribe.
Originalmente las piedras se encontraban en las playas, ahora hay que extraerlas de las minas, siendo su extracción muy peligrosa para los trabajadores, pues se hace de túneles, muy profundos, debajo de la tierra.
Solo se conoce un yacimiento de esta piedra en la naturaleza, en el paraje Los Chupaderos, Los Checheses, Sierra de Bahoruco, Provincia de Barahona, a diez kilómetros al suroeste de la capital provincial, Barahona, que es un pequeño complejo volcánico básico, constituido por basaltos y rocas.
El Larimar es una piedra semi-preciosa y rara, exclusiva de la República Dominicana, que se ha convertido en una seña de identidad del país, se utiliza comúnmente para adornar prendas, como anillos, brazaletes, collares y aretes.
La calidad de las piedras se evalúa con los siguientes parámetros: Coloración, que varía de blanco, azul claro, verde azulado y azul volcánico, entre más azul, mayor cotización; tamaño, preferencia por las más grandes, sin inclusiones; fracturación, codiciadas las que no tienen fracturas.
En la Ciudad de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, existe un Museo del Larimar, que exhibe bellezas creadas con esta piedra, permitiendo adquirir un set de joyas, que es una de las atracciones irresistibles para los visitantes.
Otra gema dominicana, el ámbar, es un sorprendente producto orgánico de la naturaleza, ya que es una resina de árbol fosilizada, producto residual de algunos árboles prehistóricos.
Líbano es la fuente de ámbar más antigua, conocida por la humanidad; los depósitos bálticos ambarinos son los más grandes del mundo y el ámbar dominicano, particularmente de Puerto Plata, es notable por las inclusiones que se pueden encontrar y por su gran variedad de colores, que van del café y amarillento, hasta el verde y el azul, este último, solo se encuentra en la República Dominicana, proveniente de Jacagua, en el norte de la región montañosa de Santiago de los Caballeros.
El azul dominicano está en su bandera y abunda en su cielo, en sus mares y en sus dos gemas, el ámbar y el Larimar.
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