En el camino Hanói-Halong
quedamos sorprendidos ante una tienda fabulosa, se trata de una cooperativa de
aldeanos que han sido contratados por un empresario y que fabrican, o al menos
venden, ropa, dulces, joyas y hasta estatuas gigantes de piedra que te aseguran
la ponen a la puerta de tu casa, sin importar de que país se trate. Por otro
lado disfrutamos del paisaje rural.
Nos hospedamos en un
lujoso hotel, en donde fuimos recibidos por un comité de recepción en un gran
lobby con música en vivo típica. Las habitaciones confortables y lo mejor un
desayuno buffet incomparable.
Todo el día lo dedicamos en
un Crucero por la Bahía, navegamos entre un grupo denso de islotes monolíticos
de piedra caliza en lo que
constituye un gran valle sobre el agua, de elementos kársticos e islas de
varios tamaños y formas. El paseo incluyó escalar un poco hasta llegar a una
gruta, visitar una “granja” marina de langostas, peces y ostras, así como la
comida elaborada en la embarcación.
Tuvimos
la suerte de estar acompañados por el grupo de la excursión y muy especialmente
por Artemisa y Héctor, excelentes viajeros de una amabilidad refinada.
No
podía faltar la experiencia con una persona local, de tal manera que Cucú logro
precio especial en las cosas que compró en la lancha.
No
se pueden relatar los paisajes ni la sensación que causan, quizá solo puedo
decir que las fotos que tomé no hacen justicia a este lugar extraordinario.
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