Los eventos adversos que se sucedían, creaban una tendencia ominosa, me preguntaba yo que más podía pasar en el transcurso del día. En la Agencia llantera, por cuestiones de trámite, entramos a la oficina del dueño y gerente del establecimiento, llamándome la atención, el número y variedad de cuadros artísticos, que se aglomeraban en un despacho adjunto.
Pregunté al dueño sobre la autoría de un cuadro y ahí me enteré que era de él, lo cual no dejó de sorprenderme. Entonces me atreví a decirle, “creo que usted es la persona que necesita esta población para encabezar un movimiento de mejoría de Moca, tienen ustedes una gran fortaleza, la belleza de sus paisajes y lo abundante de la flora”. Me contestó que esa era una de sus preocupaciones. Lo motivé aún más cuando le pedí que buscara en Internet a Loja, Ecuador, para que viera las obras de remozamiento que donaron lojanos radicados en Madrid.
El exitoso empresario, cuyo corazón late por la pintura, resultó un artista consumado, de treinta años de trayectoria y 18 exposiciones individuales, la primera en 1984 en Santiago y la más reciente, en octubre de 2007 en su Moca natal.
Formado como Pintor en la Escuela de Bellas Artes Gabriel García del Orbe, en la capital de Espaillat, se graduó en 1984, culminando sus estudios sobre Dibujo Arquitectónico, en la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA).
Confirma su vocación bucólica, de testimonio de la naturaleza, con los títulos de sus exposiciones, entre ellas “vientos del campo”,”cantos a la naturaleza” “el color del campo” “paisajes en la cumbre” “campo que te quiero verde”.
Según los críticos de arte, J. Collado es un colorista pictórico y un orador visual, que combina el arte con su vocación campirana.
De pronto, José Collado, me preguntó que tenía que hacer a las 16 horas, yo asumía que probablemente me presentaría con un grupo comunitario, pero no, mi día empezaba a rectificarse, pues recibí amable invitación inesperada, para conocer su finca, ubicada en la sierra norte, muy cerca de Villa Trina, en la misma provincia Espaillat.
Más puntual que la muerte, regresé después del almuerzo, listo para incursionar en la sierra septentrional dominicana y transitando con rumbo norte, vía Villa Trina, a menos de media hora, en medio de interesante charla, sobre las impresiones de Collado, de su visita a México, nueve años atrás, gustándole mucho, la jícama, llegamos a un lugar verdaderamente encantador, desde donde puede verse el Océano Atlántico, cuando no hay mucha bruma.
Bajo grandes árboles maderables, combinados con plantas tropicales, ascendimos hasta la parte mas alta posible de este paseo, hasta llegar a una de sus propiedades, cercada con caobas de Honduras y recién sembradas yautías, una especie de hojas elegantes pequeñas, con las que se elaborá el sancocho, con sus raíces, que son unos tubérculos.
Casi al final de la tarde podía apreciarse en toda su magnificencia el verde paisaje, incendiado de “amapolas” (erytrina fusca), bucare, bucayo, coral tree, eritrina da baixa, de flores anaranjadas y copa exuberante, lo que me causó una admiración creciente. Cuando menos lo esperaba, allá en lontananza, a unos 200 metros abajo, lucía señorial una majestuosa casa de campo, ver foto dos, de mantenimiento impecable.
Regresamos, descendiendo parcialmente de la montaña, hasta llegar al impresionante estudio de este pintor mocano, en donde produce sus cuadros, alimentándose copiosamente del paisaje inagotable. La construcción, de madera muy bien cuidada, con árboles de frutas ya mencionadas en otro post, como la manzanita de oro y la caña de azúcar. Un espectáculo aparte es observar como las gallinas, que andan sueltas en el campo, pernoctan en los árboles.
José Collado me dijo, “le tengo un regalo”, me llevó a su mirador particular, desde donde puede observarse el pico más alto del Caribe, el Pico Duarte, que a 3087 metros sobre el nivel del mar, se acompaña, con una muesca de por medio en su silueta, de otra gran elevación llamada La Pelona; la pista del aeropuerto de Santiago; el resplandor metálico e los aviones que desde Sudamérica se dirigen a Miami; el vuelo del halcón Guaraguao y las torres del Mogote, la cumbre mas elevada de estas latitudes.
Gracias José Collado por el soberbio regalo de poder disfrutar del crepúsculo y por las nada despreciables tayotas, chayotes casi sin espinas, y los huevos criollos, de rancho, en Honduras, huevos de amor, que le comunico ya disfrute con gran deleite. Gracias por su hospitalidad; gracias por permitirme ser su amigo.
Cuando usted lo desee, lo espero en México, para atenderlo como usted merece.
Con tan grata experiencia, recordé un pensamiento de mi juventud, dedicado a la Natura:
Lo perenne se siente en tu seno, de vibrar infinito y excelso; oh natura te admiro sin freno y he querido cantarte en un verso
Eres tú quien genera la vida, que es tu logro supremo y perfecto: Potencial que no tiene medida y del todo su máximo efecto
Y tu fuerza rectora traduce, elementos en materia sublime: Eres tú quien la muerte produce; quien moldea, estimula o inhibe.
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