Imágen: uvalencia.info.com
El asalto de barcos o de lugares costeros con objeto de saqueo, hurto, despojo, pillaje o robo han sido una práctica tan antigua como la navegación; por eso no hay que extrañar que el nombre de esta costumbre derive del griego peira, que significa intentar la fortuna en aventuras, de ahí la voz pirata.
El artículo 101 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, define la piratería como todo acto ilegal de violencia de la tripulación de un buque privado, cometido en altamar, con el propósito de robar su carga, exigir rescate, apoderarse de la nave o esclavizar a sus pasajeros.
Las zonas de mayor actividad de los piratas han coincidido con las de mayor tráfico de mercancías y personas, desde la Costa de los Piratas en el Golfo Pérsico y el mar de China en el siglo V a.C. hasta el Mediterráneo y el Mar Caribe en el siglo XIX. Tipos sin escrúpulos, proscritos y forajidos, han cometido actos atroces, entre ellos griegos, romanos, vikingos, árabes, turcos, franceses, ingleses, berberiscos, holandeses, portugueses y filibusteros estadounidenses.
Aunque el gran público piensa que la piratería es cosa del pasado, la realidad es que desde el siglo XX la piratería ejercida en forma sistemática, se ha concentrado en reductos del Tercer Mundo, donde los estados no tienen verdadera jurisdicción y, a veces ni siquiera el poder para controlar a sus fuerzas, ya sean de seguridad o armadas; estimando que los países que albergan más piratas son Malasia, Indonesia y Somalia.
Las zonas de mayor riesgo, donde actualmente tiene lugar la piratería marina, son tres: la primera, se encuentra en el sur de Nigeria, donde los barcos son asaltados por grupos armados rebeldes del delta del río Níger. Se trata de buques relacionados con la industria petrolífera; el segundo sitio peligroso se extiende entre Indonesia y el Estrecho de Malaca, que recorre el tráfico marítimo entre el océano Índico y el Pacífico. Allí las víctimas son en su mayoría remolcadores, barcazas y pequeñas embarcaciones locales; y en Somalia, donde las víctimas suelen ser buques con bandera internacional. Los piratas suelen salir de Puntlandia, estado autoproclamado independiente, situado al norte de Somalia, una vez conocido como la Somalia Italiana, controlada por “señores de la guerra”, no ha sido reconocido por ningún país, ni organización internacional alguna, se encuentra sumida cada vez más en la anarquía.
Somalia, el país más oriental de África, se ubica en el llamado Cuerno de África (debido a su parecido en el mapa con un cuerno de rinoceronte), con una población estimada en casi nueve millones de habitantes, tiene uno de los índices demográficos más altos del mundo; su capital Mogadiscio tiene uno de los puertos principales de su larga costa de 3015 kilómetros, que es paso obligado al Mar Rojo, para por el Canal de Suez, acceder a Europa.
Tras casi dos décadas de guerra entre diversos clanes, sufre la peor catástrofe humanitaria del mundo; que se profundizó por la invasión etiope de 2006, apoyada por Estados Unidos. Desde entonces Somalia ha avanzado rápidamente hacia el caos, situación que se agrava por una nueva sequía, lo que complica tan sombrío panorama.
Tras una larga guerra civil, el país se encuentra de facto dividido en pequeños estados y facciones independientes (Somalilandia, Puntland, Galmudug, Maakir y la Unión de Cortes Islámicas). El Gobierno de Transición es reconocido por la ONU. Los piratas modernos han encontrado su paraíso en Somalia, lugar donde no existe autoridad que los persiga y donde el acceso al armamento no resulta complicado.
El aumento de la piratería en las aguas somalíes o internacionales cercanas a la costa de ese país constituye una amenaza creciente para la navegación internacional y el libre comercio en un ambiente que ya es frágil. Los piratas del siglo XXI realizan sus ataques con apoyo de GPS-sistema de posicionamiento global-teléfonos satelitales, lanchas rápidas, granadas lanzadas por cohetes y lanzamisiles. Los puertos de Hobyo y Haradheere han servido como bases piratas, lo que ha convertido las aguas de Somalia en unas de las más peligrosas del mundo.
Los piratas asaltan a los navíos para apoderarse de sus cargamentos u obtener rescates a cambio de la liberación de su pasaje. En 2007, los ataques de piratas registrados a nivel mundial ascendieron a 263. La captura de todo tipo de embarcaciones se hace con violencia, algunas veces cerca de Bosaso, el principal puerto de Puntland, otras en el Golfo de Adén y otras en aguas internacionales del Océano Indico. Algunos piratas capturados, resultaron ser oriundos de Bareda. La ruta del Mar Rojo, que une al Índico con el Mediterráneo es una de las de mayor tránsito e importancia económica, sus aguas son surcadas por 30.000 barcos por año.
Los piratas somalíes que disfrutan de enormes ganancias, han encontrado un negocio lucrativo, negociando rescates. Un pirata declaró a la prensa que obtuvo 90 mil dólares, mismos que dilapidó en menos de dos meses, pues se atreven a pedir unos 35 millones de dólares como rescate de los grandes barcos. La negociación de los rescates se hace en hoteles de lujo en la capital británica, por bufetes de abogados que hacen de intermediarios en este tipo de extorsiones, preguntándose uno, si los piratas están en Somalia o en Londres.
El centro de Control de la Piratería del IMB (International Maritime Bureau), creado en 1992 en Kuala Lumpur, con sede en Londres, considera piratería “todo acto de abordaje o intento de acceder a una embarcación con el aparente intento de cometer un robo u otro crimen, con la capacidad real de usar la fuerza en la consecución de ese acto”. Este centro realiza un seguimiento constante de las actividades de piratería en todo el mundo, presentando un informe diario y semanal sobre los últimos asaltos y las zonas más peligrosas.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por unanimidad de sus 15 miembros, adoptó la Resolución 1816, de junio de 2008, redactada por EEUU y Francia, que autoriza la entrada de navíos de guerra en las aguas territoriales de Somalia para combatir el pillaje marino. La decisión se tomó con el acuerdo del gobierno somalí, tras los cada vez más frecuentes casos de piratería.
Pero como todos los acontecimientos tienes distintas aristas y múltiples puntos de vista, algunos analistas internacionales, cuando se refieren a los piratas somalíes, los nombran como “milicia marina patriótica somalí”; aduciendo que la persecución de los nacionales corresponde a una acción de fuerza y a una osada invasión del territorio somalí, que subvierte el Derecho Internacional; pues los verdaderos piratas, son aquellos que pescan ilegalmente en la costa somalí, con un saqueo calculado en 500 millones de dólares anuales, al que hay que sumar los miles de millones de dólares que pierden las arcas del maltrecho Estado Somalí, por el tránsito descontrolado de buques petroleros, que para acceder al Mar Rojo y entrar por el Canal de Suez a Europa, deben por fuerza navegar o bien por aguas yemeníes, pagando los consiguientes cánones, o por aguas somalíes, de forma totalmente gratuita. Al no contar con una marina para proteger sus aguas territoriales, pesqueros de todo el mundo aprovecharon el vacío de poder para faenar allí. Y los primeros piratas se lanzaron sobre ellos. De algún modo, lo que hacían era cobrar ellos mismos los dividendos que no recibía Somalia.
El artículo 101 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, define la piratería como todo acto ilegal de violencia de la tripulación de un buque privado, cometido en altamar, con el propósito de robar su carga, exigir rescate, apoderarse de la nave o esclavizar a sus pasajeros.
Las zonas de mayor actividad de los piratas han coincidido con las de mayor tráfico de mercancías y personas, desde la Costa de los Piratas en el Golfo Pérsico y el mar de China en el siglo V a.C. hasta el Mediterráneo y el Mar Caribe en el siglo XIX. Tipos sin escrúpulos, proscritos y forajidos, han cometido actos atroces, entre ellos griegos, romanos, vikingos, árabes, turcos, franceses, ingleses, berberiscos, holandeses, portugueses y filibusteros estadounidenses.
Aunque el gran público piensa que la piratería es cosa del pasado, la realidad es que desde el siglo XX la piratería ejercida en forma sistemática, se ha concentrado en reductos del Tercer Mundo, donde los estados no tienen verdadera jurisdicción y, a veces ni siquiera el poder para controlar a sus fuerzas, ya sean de seguridad o armadas; estimando que los países que albergan más piratas son Malasia, Indonesia y Somalia.
Las zonas de mayor riesgo, donde actualmente tiene lugar la piratería marina, son tres: la primera, se encuentra en el sur de Nigeria, donde los barcos son asaltados por grupos armados rebeldes del delta del río Níger. Se trata de buques relacionados con la industria petrolífera; el segundo sitio peligroso se extiende entre Indonesia y el Estrecho de Malaca, que recorre el tráfico marítimo entre el océano Índico y el Pacífico. Allí las víctimas son en su mayoría remolcadores, barcazas y pequeñas embarcaciones locales; y en Somalia, donde las víctimas suelen ser buques con bandera internacional. Los piratas suelen salir de Puntlandia, estado autoproclamado independiente, situado al norte de Somalia, una vez conocido como la Somalia Italiana, controlada por “señores de la guerra”, no ha sido reconocido por ningún país, ni organización internacional alguna, se encuentra sumida cada vez más en la anarquía.
Somalia, el país más oriental de África, se ubica en el llamado Cuerno de África (debido a su parecido en el mapa con un cuerno de rinoceronte), con una población estimada en casi nueve millones de habitantes, tiene uno de los índices demográficos más altos del mundo; su capital Mogadiscio tiene uno de los puertos principales de su larga costa de 3015 kilómetros, que es paso obligado al Mar Rojo, para por el Canal de Suez, acceder a Europa.
Tras casi dos décadas de guerra entre diversos clanes, sufre la peor catástrofe humanitaria del mundo; que se profundizó por la invasión etiope de 2006, apoyada por Estados Unidos. Desde entonces Somalia ha avanzado rápidamente hacia el caos, situación que se agrava por una nueva sequía, lo que complica tan sombrío panorama.
Tras una larga guerra civil, el país se encuentra de facto dividido en pequeños estados y facciones independientes (Somalilandia, Puntland, Galmudug, Maakir y la Unión de Cortes Islámicas). El Gobierno de Transición es reconocido por la ONU. Los piratas modernos han encontrado su paraíso en Somalia, lugar donde no existe autoridad que los persiga y donde el acceso al armamento no resulta complicado.
El aumento de la piratería en las aguas somalíes o internacionales cercanas a la costa de ese país constituye una amenaza creciente para la navegación internacional y el libre comercio en un ambiente que ya es frágil. Los piratas del siglo XXI realizan sus ataques con apoyo de GPS-sistema de posicionamiento global-teléfonos satelitales, lanchas rápidas, granadas lanzadas por cohetes y lanzamisiles. Los puertos de Hobyo y Haradheere han servido como bases piratas, lo que ha convertido las aguas de Somalia en unas de las más peligrosas del mundo.
Los piratas asaltan a los navíos para apoderarse de sus cargamentos u obtener rescates a cambio de la liberación de su pasaje. En 2007, los ataques de piratas registrados a nivel mundial ascendieron a 263. La captura de todo tipo de embarcaciones se hace con violencia, algunas veces cerca de Bosaso, el principal puerto de Puntland, otras en el Golfo de Adén y otras en aguas internacionales del Océano Indico. Algunos piratas capturados, resultaron ser oriundos de Bareda. La ruta del Mar Rojo, que une al Índico con el Mediterráneo es una de las de mayor tránsito e importancia económica, sus aguas son surcadas por 30.000 barcos por año.
Los piratas somalíes que disfrutan de enormes ganancias, han encontrado un negocio lucrativo, negociando rescates. Un pirata declaró a la prensa que obtuvo 90 mil dólares, mismos que dilapidó en menos de dos meses, pues se atreven a pedir unos 35 millones de dólares como rescate de los grandes barcos. La negociación de los rescates se hace en hoteles de lujo en la capital británica, por bufetes de abogados que hacen de intermediarios en este tipo de extorsiones, preguntándose uno, si los piratas están en Somalia o en Londres.
El centro de Control de la Piratería del IMB (International Maritime Bureau), creado en 1992 en Kuala Lumpur, con sede en Londres, considera piratería “todo acto de abordaje o intento de acceder a una embarcación con el aparente intento de cometer un robo u otro crimen, con la capacidad real de usar la fuerza en la consecución de ese acto”. Este centro realiza un seguimiento constante de las actividades de piratería en todo el mundo, presentando un informe diario y semanal sobre los últimos asaltos y las zonas más peligrosas.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por unanimidad de sus 15 miembros, adoptó la Resolución 1816, de junio de 2008, redactada por EEUU y Francia, que autoriza la entrada de navíos de guerra en las aguas territoriales de Somalia para combatir el pillaje marino. La decisión se tomó con el acuerdo del gobierno somalí, tras los cada vez más frecuentes casos de piratería.
Pero como todos los acontecimientos tienes distintas aristas y múltiples puntos de vista, algunos analistas internacionales, cuando se refieren a los piratas somalíes, los nombran como “milicia marina patriótica somalí”; aduciendo que la persecución de los nacionales corresponde a una acción de fuerza y a una osada invasión del territorio somalí, que subvierte el Derecho Internacional; pues los verdaderos piratas, son aquellos que pescan ilegalmente en la costa somalí, con un saqueo calculado en 500 millones de dólares anuales, al que hay que sumar los miles de millones de dólares que pierden las arcas del maltrecho Estado Somalí, por el tránsito descontrolado de buques petroleros, que para acceder al Mar Rojo y entrar por el Canal de Suez a Europa, deben por fuerza navegar o bien por aguas yemeníes, pagando los consiguientes cánones, o por aguas somalíes, de forma totalmente gratuita. Al no contar con una marina para proteger sus aguas territoriales, pesqueros de todo el mundo aprovecharon el vacío de poder para faenar allí. Y los primeros piratas se lanzaron sobre ellos. De algún modo, lo que hacían era cobrar ellos mismos los dividendos que no recibía Somalia.
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