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Desde la antigüedad, por su conocida belleza y pureza, el diamante es la piedra preciosa preferida por los seres humanos para la elaboración de joyas; los griegos creían que eran fragmentos de estrellas o lágrimas de los dioses. Esta gema fue descubierta 500 a.C. en la India, que fue hasta el siglo XVIII, la única fuente conocida de estas preciadas piedras, regalando al mundo algunos de los diamantes mas hermosos como el Gran Mogul, de 780 quilates, o el Kohinur (montaña de luz) de 78.5 quilates en bruto; sus minas están actualmente agotadas. El diamante llegó a Europa, muy probablemente, en el tercer siglo antes de nuestra era, quizá como consecuencia de los viajes de Alejandro Magno.
Su nombre proviene del griego adamas o adamantem, que significa el invencible o irreprimible por ser el material más duro de la naturaleza. El diamante tipo gema es el más preciado y valioso, pero los que tienen cualquier defecto, un 80%, se utilizan en diversas aplicaciones industriales en razón a su dureza y conductibilidad. El diamante industrial se usa para corte de todo tipo de piedras, perforación de pozos petroleros y troqueles y muelas para pulir herramientas. El campo actual de investigación es el de su utilización como semiconductor de microchips de alto rendimiento y disipador de calor en electrónica.
Desde la década de los 50 los científicos consiguieron, mediante la presión de 60000 atmósferas y 2500 grados de temperatura, elaborar diamantes sintéticos, cada vez mas difíciles de distinguir de una gema auténtica, pero su alto costo de producción los han hecho inviables como joyas, pudiendo ser identificados y diferenciados los diamantes falsos por fotoluminiscencia.
El mecanismo exacto de la formación de los diamantes, piedras compuestas de carbono puro cristalizado, sigue siendo materia de debate entre los geólogos, pero es seguro que se necesita calor y presión abundantes para que el carbono cristalice con esta estructura, por tanto es probable que hace millones de años, se hayan formado en roca o magma fundido, a gran profundidad bajo la superficie de la Tierra, creando posteriormente las chimeneas de kimberlita, o conductos de lamproita, lugar característico, donde en la actualidad se encuentran la mayoría de los diamantes.
Aunque existen yacimientos -en depósitos sueltos, de aluviones y en arenas de los ríos, en tierras areniscas, en rocas de cuarzo y mica- en Rusia, con 20% de la producción mundial, aunque son muy raros los tamaños superiores a 1 quilate, Canadá, Borneo, Australia, Guayana, Venezuela y Brasil, aproximadamente siete de cada 10 diamantes se extraen en el Continente Africano, siendo en Kimberley, Sudáfrica en 1905, donde se encontró el mayor diamante conocido, el Cullinan, que peso 621.35 gramos y es de una calidad excepcional. Cuando se talló produjo 105 gemas con un peso total de 1.063 quilates.
Otros diamantes célebres son la Estrella de África, en forma de gota, con 530.2 quilates, el diamante tallado más grande del mundo; en la actualidad engastado en el cetro real británico. El diamante Jonker descubierto cerca de la mina Premier, en Sudáfrica, el más fino entre los grandes diamantes conocidos, se dividió en 12 gemas. El diamante Lesotho que se encontró en 1967, que sin cortar pesaba 601,25 quilates. No africano, pero si célebre, el diamante Vargas, encontrado en Brasil en 1938, se cortó en 29 piedras con un peso total de 411 quilates.
África es la mayor productora de diamantes del mundo (66% del total mundial), encabezada por Botswana (25%), principal productor de diamantes calidad gema; yacimientos importantes están en Sudáfrica, que ha sido el más destacado productor del siglo, sus minas-Kimberley, De Beers y Wesselton- son las más famosas del mundo. Namibia, Zaire, Ghana y Tanzania, son productores significativos, seguidos de Angola, Sierra Leona y Liberia, que desafortunadamente producen la mayor parte de diamantes informales.
El proceso de extracción del diamante es muy diverso, pero por lo general, las operaciones de laboreo se dividen en tres partes: eliminación del estéril-tierra y piedra que cubre la arena diamantífera-, extracción y lavado. El laboreo es muy costoso pues de cada diez toneladas se extrae un quilate -unidad de peso del diamante que corresponde a la quinta parte de un gramo, mismo que pesaba el grano de algarrobo (carob), que fue la primera unidad empleada.
Los diamantes, que cautivan por sus destellos debido al alto índice de refracción de la luz; dependen en su grado de belleza, en gran medida del tallado y pulido de la pieza. Por su extrema dureza, el diamante sólo puede pulirse con otro diamante. Antes de proceder a cortar el tallador examina la gema para determinar sus planos de crucero, tallando con sierras circulares de fósforo sobre cuyo filo se pone polvo de diamante mezclado con aceite de oliva. La exfoliación, la aserradura y el pulimento, en conjunto crean la talla de diamantes, que son las técnicas más precisas y difíciles del arte lapidario.
La calidad de un diamante llamada 4C (corte, color, claridad y peso en quilate) y su certificación determinan su precio en el mercado. Por ejemplo el diamante rosado, que debido a su naturaleza rara es el más costoso, de hecho es un lujo de lujos, que se distingue por su corte inusual, redondo, marquise y corte de princesa.
El mecanismo exacto de la formación de los diamantes, piedras compuestas de carbono puro cristalizado, sigue siendo materia de debate entre los geólogos, pero es seguro que se necesita calor y presión abundantes para que el carbono cristalice con esta estructura, por tanto es probable que hace millones de años, se hayan formado en roca o magma fundido, a gran profundidad bajo la superficie de la Tierra, creando posteriormente las chimeneas de kimberlita, o conductos de lamproita, lugar característico, donde en la actualidad se encuentran la mayoría de los diamantes.
Aunque existen yacimientos -en depósitos sueltos, de aluviones y en arenas de los ríos, en tierras areniscas, en rocas de cuarzo y mica- en Rusia, con 20% de la producción mundial, aunque son muy raros los tamaños superiores a 1 quilate, Canadá, Borneo, Australia, Guayana, Venezuela y Brasil, aproximadamente siete de cada 10 diamantes se extraen en el Continente Africano, siendo en Kimberley, Sudáfrica en 1905, donde se encontró el mayor diamante conocido, el Cullinan, que peso 621.35 gramos y es de una calidad excepcional. Cuando se talló produjo 105 gemas con un peso total de 1.063 quilates.
Otros diamantes célebres son la Estrella de África, en forma de gota, con 530.2 quilates, el diamante tallado más grande del mundo; en la actualidad engastado en el cetro real británico. El diamante Jonker descubierto cerca de la mina Premier, en Sudáfrica, el más fino entre los grandes diamantes conocidos, se dividió en 12 gemas. El diamante Lesotho que se encontró en 1967, que sin cortar pesaba 601,25 quilates. No africano, pero si célebre, el diamante Vargas, encontrado en Brasil en 1938, se cortó en 29 piedras con un peso total de 411 quilates.
África es la mayor productora de diamantes del mundo (66% del total mundial), encabezada por Botswana (25%), principal productor de diamantes calidad gema; yacimientos importantes están en Sudáfrica, que ha sido el más destacado productor del siglo, sus minas-Kimberley, De Beers y Wesselton- son las más famosas del mundo. Namibia, Zaire, Ghana y Tanzania, son productores significativos, seguidos de Angola, Sierra Leona y Liberia, que desafortunadamente producen la mayor parte de diamantes informales.
El proceso de extracción del diamante es muy diverso, pero por lo general, las operaciones de laboreo se dividen en tres partes: eliminación del estéril-tierra y piedra que cubre la arena diamantífera-, extracción y lavado. El laboreo es muy costoso pues de cada diez toneladas se extrae un quilate -unidad de peso del diamante que corresponde a la quinta parte de un gramo, mismo que pesaba el grano de algarrobo (carob), que fue la primera unidad empleada.
Los diamantes, que cautivan por sus destellos debido al alto índice de refracción de la luz; dependen en su grado de belleza, en gran medida del tallado y pulido de la pieza. Por su extrema dureza, el diamante sólo puede pulirse con otro diamante. Antes de proceder a cortar el tallador examina la gema para determinar sus planos de crucero, tallando con sierras circulares de fósforo sobre cuyo filo se pone polvo de diamante mezclado con aceite de oliva. La exfoliación, la aserradura y el pulimento, en conjunto crean la talla de diamantes, que son las técnicas más precisas y difíciles del arte lapidario.
La calidad de un diamante llamada 4C (corte, color, claridad y peso en quilate) y su certificación determinan su precio en el mercado. Por ejemplo el diamante rosado, que debido a su naturaleza rara es el más costoso, de hecho es un lujo de lujos, que se distingue por su corte inusual, redondo, marquise y corte de princesa.
La mayoría de los diamantes en bruto se clasifican en la Organización Central de Ventas en Londres (CSO), que posteriormente los vende a talladores de diamantes del mundo. Para su comercialización se concentra en ventas al por mayor en Amberes, Bélgica; Londres, Inglaterra; Nueva York, Estados Unidos; Tel Aviv, Israel; Ámsterdam, Holanda y Surat, ciudad portuaria en el estado de Gujarat, al oeste de la India.
Los diamantes, de demanda creciente, tienen como principales consumidores, a Estados Unidos, Japón y Europa. El vertiginoso desarrollo de países como China, India y Rusia abre un mercado potencial. Históricamente el precio de los diamantes es controlado por el grupo De Beers que tiene el 50% del mercado mundial. Durante los últimos 20 años, la evolución de los precios de los diamantes ha subido una media de 3% anual.
África que proporciona la mayor parte de la materia prima, solo obtiene 10% de los ingresos del negocio del diamante, porque carece de mano de obra calificada en el corte y tallado.
Productores modestos como Sierra Leona, Angola o Liberia han utilizado las piedras preciosas para financiar la guerra civil, beneficiando a malos gobiernos, sanguinarios grupos rebeldes y traficantes de armas, lo que ha provocado el desplazamiento de millones de refugiados, violando los derechos humanos de los miserables trabajadores de los yacimientos, por eso a las gemas provenientes de países en zona de conflicto bélico se les ha llamado diamantes en zona de conflicto, también “diamantes ensangrentados”, “diamantes de guerra” o “diamantes de sangre”, que son una realidad que late irracional y frenéticamente en determinados países africanos Angola, República Democrática del Congo, Liberia, Sierra leona, Costa de Marfil, República Africana y Ghana.
El caso paradigmático de los diamantes procedentes de zonas controladas por fuerzas o facciones opuestas a gobiernos legítimos, que se utilizaron para financiar actividades militares es el de Sierra Leona, el país más pobre del mundo, que tuvo una guerra civil de más de once años que enfrentó a la guerrilla Frente Revolucionario Unido (FRU) con las fuerzas gubernamentales para el control de los campos de diamantes.
El conflicto comenzó en 1991, nueve años después el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas prohibió importar diamantes provenientes de Sierra Leona; cesando las hostilidades en 2002, con un saldo de 50000 personas muertas violentamente y miles que fueron víctimas de mutilaciones, violación o tortura. Aunque Angola y Sierra Leona han terminado ya la guerra, el tráfico de diamantes continúa tan vigente como hace unos años.
Los trágicos conflictos de Angola y Sierra Leona, fomentados por el contrabando ilícito de diamantes, llevaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a adoptar medidas, aplicando sanciones a la UNITA en Angola y los rebeldes de Sierra Leona. En 2003 comenzó a aplicarse un sistema de certificación internacional denominado Proceso de Kimberley, que asegura que los diamantes no financien a grupos armados, estableciendo un certificado de origen, que garantiza que solo los diamantes lícitamente obtenidos lleguen al mercado. Naciones Unidas ha levantado recientemente la prohibición, pero Liberia aún ha mostrado incapacidad para cumplir con los requisitos del proceso de Kimberley, por lo que el problema no está totalmente resuelto.
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