sábado, 13 de septiembre de 2008

SUCESOS DE OTROS LARES 02 Wingsuit flying: Ardillas voladoras del primer mundo.

Imagen: Skydivers de wingsuit, ardilla voladora en la naturaleza y Jet Man.
El eterno sueño del hombre ha sido volar, por eso la humanidad se afana en descubrir nuevas formas y métodos para hacerlo ¿Queremos ser ángeles o aves?

A partir de los 30, algunos soñadores de volar horizontalmente, empezaron a utilizar alas, fabricadas con lienzo, madera, seda, acero e incluso huesos de ballena, pero ninguna fue muy fiable. Entre 1930 y 1961, 72 de los 75 originales “hombres pájaro” murieron probando sus trajes de vuelo; sin embargo Clem Sohn y Leo Valentin se deslizaron en el aire por millas, inspirando a docenas de imitadores.

A mediados de los 90s, el francés Patrick de Gayardon desarrolló un equipo de incomparable rendimiento y seguridad; infortunadamente falleció en 1998, mientras probaba las mejoras a su contenedor de paracaídas; sin embargo sembró la semilla de una nueva generación de hombres voladores.

En 1998, Jari Kuosma y Robert Pecnick crearon un traje seguro y accesible, para todos los “skydivers” y para el público en general, previa instauración de un programa de instructores a fin de eliminar el estigma de la peligrosidad de volar horizontalmente, estandarizándose la preparación esencial de los docentes y elaborando una lista mundial de entrenadores certificados.

Actualmente, lo que están logrando un puñado de valientes, en países desarrollados como Italia, Australia, Noruega, Austria, Finlandia, Sudáfrica, Croacia, Francia y por supuesto Estados Unidos, es ser ardillas voladoras (flying squirrel), a través del deporte extremo winsuit flying, consistente en lanzarse al vacío preferentemente desde un avión, con desplazamiento horizontal entre 140 y 160 kilómetros por hora, en contraste con los 20 del descenso vertical.

Este deporte de aventura, si bien es cierto entraña una alta probabilidad de sufrir una muerte violenta, es considerado como el arte de volar el cuerpo humano a través del aire, porque requiere subir muy alto y esperar el máximo tiempo posible antes de abrir el paracaídas.

El vuelo es posible gracias a un traje especial (wingsuit) que permite planear, a tremenda velocidad durante una caída libre. En la última década se han logrado múltiples innovaciones en el traje y equipo para volar, con un nuevo nivel de seguridad y rendimiento. Los hombres voladores están de vuelta y en rápido crecimiento.

El wingsuit que se utiliza al salir del avión, es un overol especial diseñado para aumentar al doble la superficie de rozamiento del cuerpo con el aire, y de esta forma poder planear y no caer tan rápido; se adquiere por Internet o en centros de paracaidismo, con un costo variable entre 650 dólares y 990 Euros los más cómodos. El traje, configurado con el cuerpo, crea un “airfoil” (plataforma que propulsa, direcciona, eleva y estabiliza en el aire al deportista) al formarse una especie de membrana, cuando la tela se cose entre las piernas y los brazos; que al abrir brazos y piernas, simula la cola de un pájaro, o mas bien una ardilla voladora al hinchar las alas, por las membranas entre los brazos y el tronco, permitiendo una caída mas horizontal, al extender las alas rígidas y autoinflables, facilitando que el piloto puede girar, seguir en picada o dispararse hacia delante.

Los trajes más modernos pueden reducir la velocidad a un rango de entre 60 y 95 kilómetros por hora, debido a su diseño con alas y membranas, fabricado con un material deslizante, alas de hinchado rápido y mejor resistencia al viento, que modelado al cuerpo, permite al cambiar la forma del torso, arqueo o flexión en los hombros, caderas y rodillas, crear la cantidad deseada de elevación y arrastre, según tensión aplicada a las alas de tela del traje.

El problema principal es lograr un aterrizaje seguro, utilizando un paracaídas, ad hoc, que debe desplegarse a una altura prevista, descomprimiendo el brazo de las alas, pues los pilotos de wingsuit que se desplazan no solo hacia abajo, sino también hacia delante con una gran velocidad de avance, deben controlar el vuelo.

Los hombres “ardillas voladoras” no solo se lanzan en caída libre desde aviones en movimiento, que es lo más difícil porque dependiendo de la ubicación y tamaño de la puerta de la aeronave, pueden golpearse con los aparatos o perder estabilidad; sino que practican otras modalidades de paracaidismo que se denomina “extreme wingsuit BASE jump” , saltando desde un objeto fijo que ofrezca suficiente altura, conforme a las cuatro categorías que comprende el acrónimo base: Building (edificio), Antenna (antena, chimenea, torre de tendido eléctrico), Span (arco de puente) y Earth (precipicio o formación natural de la Tierra).

El wingsuit flying requiere de técnicas aprendidas, la USPA (Asociación de paracaidistas de los Estados Unidos) recomienda que para el primer salto wingsuit, el aspirante mínimo debe acreditar la experiencia de 200 saltos efectuados en paracaídas y hacerse acompañar por un instructor; 500 saltos previos o mas, no requiere obligatoriamente de instructor acompañante. Para medir su desempeño los pilotos utilizan computadoras y geo referenciadores (GPS), que registran cantidad de tiempo en vuelo, altura en que se desplegó el paracaídas, trayectoria del vuelo y altura en que entró en caída libre.

El futuro deseado es volar sin paracaídas, por ahora al final del salto, para reducir la velocidad de descenso antes de llegar al suelo, debe desplegarse uno; muchos dicen que es imposible esta proeza; pero Jean Potwin, profesor de física de la Universidad de St. Louis en Missouri, paracaidista veterano que tiene en su haber más de dos mil cuatrocientos saltos, cree que es posible tocar tierra firme con el wingsuit adecuado sin necesidad de paracaídas. En National Geographic de enero de 2008 un artículo señala que un traje de ardilla voladora podría reemplazar al paracaídas. Lo anterior parece una locura y quizá lo sea.

Desde 2005 en Finlandia se ha experimentado agregar pequeños motores a reacción, usando queroseno de combustible, logrando los “birdman” (hombres pájaro), 30 segundos de vuelo horizontal, demostrando desde entonces que el vuelo humano no sólo es posible, sino sostenible.

En mayo de 2008, después de cinco años de prácticas, Yves Rossy, piloto comercial profesional suizo, de la empresa Suiss Airlines y ex piloto de combate de 48 años de edad, llamado “Fusión Man” por sus patrocinadores, se convirtió en el primer hombre en volar con unas alas propulsoras con cohetes, el Jet Wing, convirtiéndose en el hombre cohete (Jet Man).

El vuelo lo realizó con alas de carbono, de 2.5 metros y 55 kilos de peso, impulsadas por cuatro turbinas que utilizan queroseno, diseñadas y construidas por el mismo, maniobrando sobre los Alpes, subiendo hasta 800 metros, a una velocidad de 186 millas (300 kilómetros por hora), para luego descender delante de una estela de humo. De momento el artefacto no es capaz de despegar ni de aterrizar.

Este fue tan solo su viaje de prueba, su nuevo desafío es cruzar el Canal de la Mancha con su artefacto, hazaña que intentará solo dos semanas después de haberse publicado este post. ¡Buena suerte!






Como anunciamos oportunamente el Suizo Yves Rossy, después de tres días de mal tiempo, por fin este viernes 26 de septiembre cruzó el Canal de la Mancha impulsado por su cohete. Se descolgó de un avión a dos mil 500 metros de altura, encendió el cohete y completó el trayecto de 35 kilómetros (22 millas) desde Calais, en Francia, descendiendo en Dover, Reino Unido, después de un vuelo solitario de 10 minutos

El suizo usó un traje resistente al calor, similar al de los bomberos y pilotos de automovilismo, para protegerse del calor de las turbinas. El efecto enfriador del viento y la altura también impidieron que el calor le afectara.

No hay comentarios: