El gran desafío de política pública, es
garantizar a todos los ciudadanos un nivel básico de protección social en
materia de salud, en condiciones adecuadas de calidad, dignidad y oportunidad,
sin que la capacidad de pago sea un factor restrictivo.
Infortunadamente, hay un número creciente de
personas que no pueden satisfacer sus necesidades esenciales en salud, ni
participar en el desarrollo de su comunidad, es decir están excluidos.
Los gobiernos tienen la obligación de caracterizar
la brecha en salud, midiendo incidencia, intensidad y severidad de la exclusión
poblacional, pues no solo hablamos de la exclusión total de personas o grupos,
también pensamos en las exclusiones
cotidianas, en donde se regatean las prestaciones en una forma de exclusión
parcial.
La exclusión social en salud puede ser por: Inexistencia
de cobertura, insuficiencia de recursos, impedimento de acceso, restricción en
la oferta de prestaciones, extemporaneidad de la atención, interrupción del
seguimiento, inadecuación de los procedimientos e inconformidad ante el trato
recibido.
Es decir, técnicamente se afectan ocho
dimensiones de la calidad:
1.
Universalidad
2.
Disponibilidad
3.
Accesibilidad
4.
Integralidad
5.
Oportunidad
6.
Continuidad
7.
Resolutividad
8.
Aceptabilidad
- El ideal en protección es la UNIVERSALIDAD, todas las personas,
todas las prestaciones, en servicios, que den respuesta continua e
integral a las necesidades o problemas de salud. La exclusión puede ser
por falta de cobertura de
agua, alimentación, vivienda, alfabetismo, empleo y por supuesto de
servicios sanitarios.
- El grado de suficiencia en la asignación
y distribución de recursos, humanos, físicos, técnicos, materiales y
financieros, determina la DISPONIBILIDAD, que puede verse trastocada por carencia o desperdicio.
- Personas o procedimientos pueden ser excluidos por limitación en
la ACCESIBILIDAD, debido a barreras
geográficas, culturales, administrativas, étnicas, económicas,
idiomáticas, de género, educacionales, sociales y/o por violencia.
- La restricción en la variedad de las prestaciones y la
fragmentación de los planes de
atención, son otra forma muy común de exclusión, porque no siempre se
caracterizan por su INTEGRALIDAD, de tal forma que la atención es incompleta.
- El tiempo de respuesta
útil, por listas de diferimiento o tiempos de espera exagerados, atenta
contra la OPORTUNIDAD y excluyen personas de la atención a tiempo.
- La falta de seguimiento, durante
todo el proceso salud-enfermedad, se manifiesta por atención episódica,
rechazos, retenciones, referencias injustificadas e inadecuadas, que se
alejan de la CONTINUIDAD
- La inhabilidad técnico-científica, de un profesional o de un
sistema de salud, puede traducirse en procedimientos incompletos, no indicados, mal protocolizados,
con tecnología obsoleta, atentan contra la eficacia y por ende resultan
en una RESOLUTIVIDAD excluyente.
- La consideración del trato
otorgado, por falta de respeto, de seguridad y cortesía, la ausencia
de información, esmero y comodidad, o cualquier trasgresión de la
dignidad se convierte en una
experiencia desagradable en la relación con el servicio, que disminuye la
ACEPTABILIDAD, y generalmente, por insatisfacción, lleva a una forma
curiosa de exclusión: la autoexclusión.
La respuesta a la exclusión debe
caracterizarse por propuestas técnicamente factibles, políticamente viables,
geográficamente accesibles, económicamente sostenibles, culturalmente
aceptables y éticamente loables de protección social en salud.
Patologías de la
Inclusión:
a)
Inclusión excluyente
Inclusión de personas o grupos a una prestación tan onerosa, que obliga necesariamente a desatender a otros, en
aspectos verdaderamente básicos, por ejemplo personas
que reciben, en un ambiente de recurso limitado, privilegios injustificados de un bien común.
b)
Inclusión paradójica
Inclusión de un aspecto
secundario, que al unísono excluye de algo principal, por ejemplo recibir
consulta y ser prescrito de un medicamento extremadamente caro. Otro más
focalizado, puede ser, cuando uno de nuestros familiares es atendido
gratuitamente por un colega, pero nos vemos obligados a comprarle un regalo más
caro, que lo que sería el precio de la consulta.
c)
Inclusión Aparente (subsidio a la no demanda)
Inclusión teórica de
personas o grupos, con barreras administrativas que impiden hacer efectivo el
derecho. Por ejemplo, afiliación in situ de poblaciones indígenas, sin servicio
expreso accesible.
d)
Accesibilidad Programática
Cuando se trabaja para
los Programas y no para las personas. Son los programas los que determinan, de
qué, cuanto y cuando debe enfermarse la población.
Si no se tiene
exactamente eso y nada más que eso, no hay respuesta posible, porque la
programación no se basa en las necesidades de la población.
e)
Accesibilidad paradójica
Acceden más, los que tienen menos problemas.
La oferta se orienta a lo
más simple y no tiene respuesta para lo más complicado.
En síntesis, la exclusión total de la protección social en salud, es cuando personas o grupos quedan al margen de los servicios sanitarios, en tanto que la más frecuente y mimetizada, es la exclusión parcial, en donde procedimientos quedan fuera de las prestaciones, por problemas de disponibilidad, accesibilidad y calidad.
Anagrama 05: Villanía con la vainilla
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