El término “Mundo Árabe” se refiere a los países donde la mayoría de la población es araboparlante; su universo se calcula en 200 millones, las personas que tienen como lengua materna el idioma árabe; pero no debe confundirse árabe con musulmán, pues de los 1500 millones de creyentes que practican el Islam, el 80% no son de lengua árabe. Los países del Mundo Árabe-min al-jaliy- ilà l-muhit (del Golfo al Océano)- ocupan un territorio que va desde el Golfo Pérsico al Océano Atlántico, de África del Norte al Oriente Medio, con una superficie de 12,9 millones de km²-menos que Rusia, pero más que Estados Unidos y la Unión Europea-. Los veintidós Países integrantes son: Arabia Saudita, Argelia, Bahrein, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Islas Comores, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Mauritania, Omán, Palestina, Qatar, Siria, Somalia, Sudán, Túnez, Yemen, Yemen, Yibutí y Marruecos-incluido el territorio ocupado del Sahara Occidental-en donde la gente vestida con túnicas largas, de colores oscuros y con chilabas-capuchas-corren a la mezquita, al caer la noche, al llamado de la oración; y el que no llega, ora en la calle, en el parque, en el mercado, o donde se encuentre.
Marruecos, la Mauritania Tingitana que formaba parte del Imperio Romano, es un país de leyenda que se ubica en la parte más occidental del norte africano, separado de Europa por el estrecho de Gibraltar, tiene colindancias con Argelia, Mauritania y el Sahara Occidental; y costas tanto en el Mar Mediterráneo, como en el Océano Atlántico. Su nombre deriva de Marrakech, que en berebere significa “Tierra de Dios” e históricamente se le refiere por su nombre completo, Al Magrib al- Aqşà, que significa Reino del lejano Poniente. Es sin duda una tierra musulmana llena de misticismos, con minorías judías y cristianas, que mantiene una larga disputa territorial con la República Árabe Saharawi Democrática.
El Reino de Marruecos, es una Monarquía constitucional, con un parlamento electo, desde que consiguió en 1956 la independencia de Francia, pues previamente, en 1912, el Tratado de Fez había convertido este país en Protectorado de Francia, y a las ciudades de Ceuta y Melilla en Protectorado Español. Su superficie territorial es de 446550 Km2, con una población de 33 millones de habitantes; se hablan árabe, bereber, francés y no en pocos lugares español, su moneda es el dirham marroquí-10 por un Euro-. Desde el punto de vista administrativo el Reino de Marruecos está organizado en 16 regiones, con 24 prefecturas y 31 provincias, divididas en municipios.
La capital política del Reino es Rabat, la ciudad real, que ostenta el Palacio, las murallas de adobe que envuelven a la medina y un zoco bullicioso; la capital religiosa del país es Fez la sagrada, mixtura de la cultura de los bereberes, árabes y esclavos africanos; la ciudad más cosmopolita es Marrakech, un oasis en el desierto con inconfundible impronta árabe y la ciudad más poblada de Marruecos es Casablanca. La vegetación de Marruecos es de tipo mediterráneo, escalonada en pisos altitudinales; con estepa en el Sahara septentrional y bosque como bioma dominante, dividido en tres ecorregiones-norteafricano, estepa arbursiva y bosque seco-. Al suroeste de Marruecos, en las zonas áridas de la costa atlántica, en una franja que va de Agadir, Taroudant, Essaouira y Tiznit-en el límite sahariano-existen ochocientas mil hectáreas-declaradas reserva biosfera por la UNESCO en 1998- con aproximadamente 21 millones de árboles, de una especie endémica de los semidesiertos calcáreos, que no ha podido establecerse con éxito en el extranjero y que representa una esperanza para la humanidad y por ser un producto de exportación de alto valor comercial, una fuente de ingresos importante para el estado marroquí: El Argán, que por su lento crecimiento se puede considerar como una especie en peligro de extinción.
Marruecos, la Mauritania Tingitana que formaba parte del Imperio Romano, es un país de leyenda que se ubica en la parte más occidental del norte africano, separado de Europa por el estrecho de Gibraltar, tiene colindancias con Argelia, Mauritania y el Sahara Occidental; y costas tanto en el Mar Mediterráneo, como en el Océano Atlántico. Su nombre deriva de Marrakech, que en berebere significa “Tierra de Dios” e históricamente se le refiere por su nombre completo, Al Magrib al- Aqşà, que significa Reino del lejano Poniente. Es sin duda una tierra musulmana llena de misticismos, con minorías judías y cristianas, que mantiene una larga disputa territorial con la República Árabe Saharawi Democrática.
El Reino de Marruecos, es una Monarquía constitucional, con un parlamento electo, desde que consiguió en 1956 la independencia de Francia, pues previamente, en 1912, el Tratado de Fez había convertido este país en Protectorado de Francia, y a las ciudades de Ceuta y Melilla en Protectorado Español. Su superficie territorial es de 446550 Km2, con una población de 33 millones de habitantes; se hablan árabe, bereber, francés y no en pocos lugares español, su moneda es el dirham marroquí-10 por un Euro-. Desde el punto de vista administrativo el Reino de Marruecos está organizado en 16 regiones, con 24 prefecturas y 31 provincias, divididas en municipios.
La capital política del Reino es Rabat, la ciudad real, que ostenta el Palacio, las murallas de adobe que envuelven a la medina y un zoco bullicioso; la capital religiosa del país es Fez la sagrada, mixtura de la cultura de los bereberes, árabes y esclavos africanos; la ciudad más cosmopolita es Marrakech, un oasis en el desierto con inconfundible impronta árabe y la ciudad más poblada de Marruecos es Casablanca. La vegetación de Marruecos es de tipo mediterráneo, escalonada en pisos altitudinales; con estepa en el Sahara septentrional y bosque como bioma dominante, dividido en tres ecorregiones-norteafricano, estepa arbursiva y bosque seco-. Al suroeste de Marruecos, en las zonas áridas de la costa atlántica, en una franja que va de Agadir, Taroudant, Essaouira y Tiznit-en el límite sahariano-existen ochocientas mil hectáreas-declaradas reserva biosfera por la UNESCO en 1998- con aproximadamente 21 millones de árboles, de una especie endémica de los semidesiertos calcáreos, que no ha podido establecerse con éxito en el extranjero y que representa una esperanza para la humanidad y por ser un producto de exportación de alto valor comercial, una fuente de ingresos importante para el estado marroquí: El Argán, que por su lento crecimiento se puede considerar como una especie en peligro de extinción.
El Argán-Argania spinosa-, también conocido como acebuche espinoso, pertenece a la familia de las sapotáceas, pudiendo vivir de 150 a 200 años, tardando cinco años para dar su primer fruto. Este árbol ancestral, de tronco rugoso, crece en forma silvestre en zonas de altitud no superior a 800 metros, en clima seco; pudiendo medir hasta 10 metros de altura y sus raíces son profundas-hasta 10 metros-por lo que subsisten con pocas lluvias al año ya que en tiempo excesivamente seco pierde sus hojas para disminuir la evaporación. Sus hojas pequeñas, ovales con el ápice redondeado, son coriáceas-duras, aunque flexibles como el cuero-las flores diminutas de cinco pétalos, pequeñas y amarillas, que florecen en abril, tardando en madurar mas de un año, produciendo un fruto carnoso, como un dátil verdiamarillo, de 2 a 4 centímetros, con piel espesa y gruesa que rodea la cáscara amarga con dulce olor, conteniendo dos a tres semillas ricas en aceite de ácidos grasos insaturados, antioxidantes y fenoles; de color amarillo anaranjado, algo turbio, de gusto muy particular, dulzón, con dejes entre la avellana y el sésamo y con notas de pan tostado: El aceite de Argán, es sumamente apreciado por sus propiedades tanto en el campo de la alimentación como en el de la salud y la cosmética, ya que abunda en vitamina E y es más estable que el aceite de oliva.
El árbol produce frutos dos veces al año, la recolección se hace a mano, recogiendo los maduros del piso o bien mediante un extraño mecanismo, cuando las cabras, que no encuentran comida en los pastizales, suben a los árboles y comen hojas y frutos; por las noches, en sus establos escupen los huesos de los frutos, mismos que son colectados para concentrarlos en las cooperativas regionales de mujeres bereberes, que llevan a cabo un laborioso proceso artesanal, que incluye labores intensivas como remover la pulpa-que se utiliza como comida nutritiva para los animales-y machacar los frutos entre dos piedras para sacar las almendras, de las cuales, mediante un método neolítico, se extrae un aceite ligero y transparente, de color marrón claro y sabor fuerte agradable.
Cien kilos de fruta madura se componen de 50 litros de agua, 22 kilos de pulpa seca, 25 kilos de cáscaras que sirven para el fuego y tan solo tres kilos de almendras. Son precisos 100 kilogramos partidos a mano y unas 20 horas de trabajo manual para lograr un litro de aceite de Argán, por lo que su producción es onerosa, lo que lo hace el aceite más caro del mundo, unos 120 Euros por litro, por lo que lo llaman el “Oro líquido de Marruecos”. Un 80% es de ácidos grasos esenciales-linoleico, alfalinoleico, oleico, araquidónico, gammmalinoleíco- y grandes cantidades de tocoferoles-vitamina E y phytosteroles-.
El aceite de lujo marroquí es realmente multiusos, desde hace siglos los bereberes lo utilizan para propósitos medicinales, estéticos y culinarios-nutricionales. Medicinalmente es aconsejado para reducir la tasa de colesterol y prevenir enfermedades cardiovasculares; se utiliza para fricciones en dolores reumáticos y de articulaciones; con amplio uso dermatológico, actuando en eczemas, celulitis, psoriasis y alopecia. Existen populares preparados fortalecedores y tonificantes para niños, personas débiles y convalecientes, que usan como base éste aceite. También se utiliza en medicina tradicional, para casos de esterilidad masculina y femenina y cuando hay peligro de aborto. Al momento hay una investigación científica para determinar sus posibles propiedades anticancerígenas, en la prevención sobre los tumores más frecuentes de mama, colon y pulmón. La virtud más conocida es su capacidad de frenar la degeneración de los tejidos, por lo que es muy apreciado su uso cosmético para el cuidado y mantenimiento de la piel, presentándose en forma de jabones, cremas, lociones, protectores solares, cremas bronceadoras y preparados antiacnéicos, entre otras. Sin duda su propiedad antioxidante, que frena los efectos del tiempo en los tejidos del organismo, ha motivado la abundancia de cosméticos en el mercado, fabricados con aceite de Argán.
Después de la extracción del aceite, queda una pasta color chocolate, denominada amlou, que es muy dulce y sirve para realizar pan, dicen los conocedores que se trata de un don de la naturaleza, un sabor indescriptible, que debe uno descubrir. Como aceite de mesa aporta un sabor exquisito a platos de ensaladas, verduras o de carne; es perfecto cuando se rocía con cuenta gotas sobre un pescado a la parrilla. En la zona sur, suroeste, se come untado a un pan o bien en la preparación de tajines-recetas preparadas en un recipiente llamado tajín-o de aderezo en el cuscús, quizá el plato más conocido de la rica gastronomía magrebí, aunque de origen hindú, debe su nombre al recipiente en el que se prepara, que proviene del vocablo bereber “al-kuskus”.
La cocina marroquí es refinada y repleta de sabores, producto de la contribución que hicieron en épocas diferentes los beréberes y por la influencia de Oriente Medio, Mediterráneo y África; sin embargo hoy es una gastronomía con carácter propio, con platos bien definidos-basados en trigo, arroz, frutos secos, verduras, carne, condimentos y especias picantes-, y con recetas que se transmiten de generación en generación, por eso los marroquíes dicen, que la mejor cocina es la casera. Entre los platos más característicos figura el cuscús, plato conocido por todo el mundo, basado en sémola con carne y verduras; con un proceso tradicional de elaboración bastante complicado que precisa de bastante tiempo, ya que se realiza en tres fases muy diferenciadas: molida de trigo-sin llegar a convertirlo en harina-; cocido en un recipiente de barro o metal perforado en su base a modo de colador y volcado sobre un recipiente de terracota-llamado mafaranda-amasándolo con la mano en pequeñas porciones esféricas del tamaño de un chícharo. En la cultura árabe se consume de forma habitual los viernes-equivalente al domingo cristiano-; siendo acompañamiento de guisos de cordero, pollo o verduras. Y servido por dos caldos: uno para la sémola, y otro sazonado para darle gusto.
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