jueves, 14 de diciembre de 2017

TRAZOS AUTOBIOGRÁFICOS 28 1970

Están llegando ustedes a "la Meca de la medicina en México", así fuimos recibidos en el Hospital de Ginecobstetricia No. 2 del Instituto Mexicano del Seguro Social en el Centro Médico Nacional.  No fue una fanfarronada, efectivamente era un signo de distinción haber sido admitido como Interno Rotatorio de Postgrado en las Instalaciones más modernas y mejor equipadas del País:







Ese año realizo mi Internado de Postgrado en el Hospital de Ginecobstetricia,  en el Hospital General del Centro Médico Nacional y en el Hospital de Urgencias Pediátricas del IMSS:




Una noche necesitamos sacar una radiografía y no hay técnico, me atrevo a prender el aparato de Rayos X y saco una placa; apago el equipo pero emite un ruido que no identifico, voy a la colación nocturna de la una de la mañana, regreso y continua el zumbido, sigo haciendo historias clínicas de los ingresos y me olvido del asunto.
Al otro día me llama el director del hospital, situación única y extraordinaria porque hay muchos niveles entre él y yo. Queriendo entender qué tipo de asunto trataré con el directivo, recuerdo lo del equipo y pienso que lo he dañado. Afortunadamente el inicia la conversación y me pide por favor que suspenda el torneo de ajedrez que había organizado,  con dos premios, uno para el primer lugar por su mérito y otro al último lugar por su entusiasmo. 


Las guardias eran de 36 x 12, es decir, día y medio de trabajo, por medio día de descanso, aún así, junto con un compañero habilitamos un consultorio que atendíamos en lugar de dormir. Nuestros pacientes eran tan pobres que no solo no les cobraba sino que les ayudaba de alguna manera. Terminaba como las gallinas: poniendo. 



Como un evento muy importante  para nosotros, festejamos el primer aniversario de Tamy, con la generosa presencia del Mago Lafarga, tío de Rosita. Nuestra vida giraba en torno al desarrollo y crecimiento de nustra primogénita.



Siempre fui acompañado en mi vida por la familia Jaime Alarid, mis padres apoyándome todo el tiempo, el calor fraterno nunca faltó. Los primos Alarid reunidos frecuentemente con un espíritu gregario y mis abuelo, Papá Ricardo y Mamá Rosita como rectores de la parentela.

Sufro el robo de un Chevrolet 1956 Bel Air, el cual sería considerado ahora como un carro clásico; lo recupero en menos de una semana.

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