Nos alojamos en el Hotel de cinco estrellas Península Manila, que tiene 497 habitaciones en dos alas de construcción.
Este hotel es lugar de referencia para el lujo y la sofistificación en Filipinas, se hace referencia a él cariñosamente como "La Joya de la corona de la capital Manila"
Desde el ventanal del hotel se puede apreciar la silueta de los rascaciones de Bonifacio Global City.
El Hotel se encuentra en Makati, quizá la más importante en cuanto a finanzas y comercio de las 16 ciudades que componen la Gran Manila.
No podíamos dejar de visitar la ciudad amurallada de Intramuros, el centro neurálgico de la Filipinas Colonial en donde habitaban los españoles.
Ante la imposibilidad de Mamama de visitar su Ciudad Natal, las amigas de la infancia y la directora de su Escuela, la recordaron simbólicamente con un homenaje directo a su hijo mayor, Enrique.
También fuimos al concurrido Market Market de Bonifacio Global City que combina mayoristas y minoristas, incluyendo mercado de frutas, flores y comida regional.
Todo el viaje comí mangos, pero el más sobroso de todos fue el mango carabao de Manila, tambien llamado manga, kalaban o supermango; calificado por su gobierno como el mejor del mundo, perdónenme, pero el mejor del universo según mi criterio de manguero, es ese mismo mango, pero el adapatado a la tierra mexicana.
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