Les quiero contar una anécdota rápida primero, cuando era
estudiante de medicina teníamos en el Hospital General una clase, la clase era
de salud pública. Por razón natural todos los muchachos estudiantes veían con
desprecio a la salud pública, porque todos estaban estudiando para ser
especialistas y ricos, no sanitaristas buenos y pobres, entonces el maestro que
era un gran maestro, cuando llegaba a clases se encontraba que había dos
alumnos, ¡en esas aulas del hospital general para 120 alumnos!. Y él decía lo
que yo voy a decir: Ahora que ya estamos los más importantes, vamos a empezar.
En los años 60 cuando llega el futbol americano a la
televisión de México va creando una bola de nieve y ahí nacen sobre todo los seguidores
de los Vaqueros de Dallas, como es el caso de mis hermanos Armando y Rodolfo,
Y entre ellos mi padre, Papá Mario también le iba a los Dallas
Cowboys. Nos reuníamos alrededor de él, no era una cosa formal, llegábamos, comíamos
con los papás y veíamos el juego.
Pasó el tiempo y ya a los finales de los setentas, se había
hecho una costumbre, sobre todo para los juegos finales de campeonato.
Había una cosa que reforzaba ver el juego, teníamos dos
hermanos, Rodolfo y Mario, que jugaban futbol americano, primero en los Gallos
de la Prepa #5, después Rudy en los Escorpiones de Ingeniería y finalmente,
hasta en el equipo de liga mayor, los
Cóndores de la UNAM.
A pesar de que éramos aficionados, la verdad es que el que no
sabía nada de nada, ni entendía nada era
mi papá, pero ahí estábamos.
Pasaron los años, desafortunadamente le tocó a mi padre
fallecer, en los ochenta y ya para entonces
estaban los Súper Bowl. Y cada vez, que había juego, nos reuníamos de
nuevo en la casa. Cuando muere él, mi mamá, continúa y toma la tradición.
Entonces, estamos aquí no tanto para ver el juego de futbol
americano, sino para seguir una tradición familiar. Esto ya se hizo una
tradición familiar.
Que algunos, o a todos nos agrada, pero Memo en particular ha
tomado mucho gusto por hacer estas reuniones y se lo agradecemos.
Entonces, concluyo con una cosa… Nada más justo que lo que hizo
él, nombrar esta sala Doctor Mario Jaime Palacios.
Porque a la fecha se le recuerda con mucho cariño y
agradecimiento, ya que todos en algún momento recibimos siempre algún apapacho o protección.
Y no me dejarán mentir sus nueras, cada una de ellas, como
algunas que están aquí y son de esos comandos zetas, que hay por ahí, todas
deben tener algún buen recuerdo.
Entonces, yo agradezco
mucho, que Memo le haya puesto a esta sala el nombre de nuestro padre.
Les digo y con eso concluyo, de verdad que nunca entendió el
futbol americano, pero él, al futbol
americano no lo veía como un fin, lo
veía como un medio para juntar a la familia.
Todavía en
este grupo seguramente hay mucho villamelón, entre ellos me incluyo yo, así
como otros villamelones Villaseñor.