martes, 26 de agosto de 2008

01 El denodado camino del éxito JOHN WILLARD MARRIOTT: Pionero de la hoteleria contemporánea




Son las pequeñas cosas las que hacen las grandes cosas posibles.
Solo una cuidada atención sobre los pequeños detalles de cualquier proyecto
hacen que se convierta en un proyecto de primera clase”
El diccionario define el éxito como un resultado feliz y una buena acogida que tiene alguien; son sus sinónimos victoria, auge, triunfo, honra, gloria, fama, consecución, culminación, conquista, celebridad, renombre, notoriedad y sus antónimos fracaso, revés, caída.

La palabra éxito en inglés es success, en francés succès, en italiano succeso y en portugués sucesso; es decir suceso, hecho que reviste importancia.

Con la misma raíz está éxodo (emigración), hégira (huida de Mahoma) y ejido (terreno comunal en las afueras de un pueblo), porque éxito proviene del Latín exitus, que se refiere a salida; y la salida extrema es el Exitus Letalis cuando desemboca en la muerte.

Éxito es un sustantivo, que para tener sentido debe ser precedido de un adjetivo; sin embargo por antonomasia al utilizar esa palabra tan anhelada, todo mundo entiende que se trata de un buen suceso.

¿Pero un buen resultado se refiere a ser, hacer o tener? ¿O bien es lograr un triunfo que armoniza los tres conceptos?

Ser exitoso tiene que ver con la satisfacción que se deriva del tipo de vida que llevamos en base a los valores en que se sustenta; poder hacer lo que nos gusta, según muestra más sincera vocación es sin duda un éxito envidiable y tener resueltas no solo nuestras necesidades básicas con una remuneración acorde a nuestro esfuerzo y nuestro talento, es lo que más se reconoce socialmente como disfrutar del éxito.

Lograr la gloria de ser global y universalmente exitoso, armonizando el ser, hacer y tener, no es fácil, de tal forma que quien lo consigue es una persona excepcional; por su decisión y esfuerzo sostenido, porque el éxito no es un camino lineal solo de triunfos; es la combinación de triunfos que disfrutamos y de caídas y fracasos, que representan una experiencia dolorosa, pero aleccionadora, en un denodado camino-esforzado, decidido-.

El éxito empresarial, de cumplir con sus metas y sus sueños, está reservado a los que tienen las características del emprendedor persistente: Activo, acometedor, atrevido, decidido, resuelto y audaz, que utiliza modelos de referencia a quien imitar, por ejemplo a John Willard Marriott, que es un clásico de la mercadotecnia:

Segundo de ocho hermanos, de una familia mormona, nació en septiembre del último año del siglo XIX en el rancho propiedad de sus padres, conocido como asentamiento Marriott, cerca de Ogden, Utah, Estados Unidos; pasó su niñez y juventud ayudando en el negocio familiar, sembrar remolacha y criar ovejas; a los 14 años, por encargo de su padre, llevó solo, tres mil ovejas hasta San Francisco, California. Hizo sus primeros dos mil dólares con la producción y venta de lechuga de su propio jardín.

A los 18 años viaja en misión de dos años, para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, a los estados de Connecticut y Vermont; retornando a Utah a estudiar al Weber Junior Collage, autofinanciando su educación, con su primera empresa, la venta de ropa de lana.

Asiste a la Universidad de Utah y alcanza en 1926 el grado de bachiller en historia y ciencia política, casándose en 1927 con su compañera de Universidad Alice Sheets, hijastra de un Senador, con la que procreó cuatro hijos.

Deja su estado natal, para con seis mil dólares establecer un negocio en Washington, al comprar la franquicia de la bebida root beer; abriendo en 1928 su primer drive-in en el este de Missisippi. En 1931 acumula su primer millón de dólares de ganancias. Tuvo importantes pérdidas durante la Gran Depresión, siendo diagnosticado de cáncer maligno de los ganglios linfáticos en 1935, al que sobrevivió más de medio siglo.

Además de su cadena de restaurantes, crea su primer motel, inicia el servicio de comidas para las compañías aéreas e incorpora el concepto de comida rápida; observando que la gente viajaba cada vez más en 1957 funda en Arlington, Virginia, el Twin Bridges Motor Hotel, primer hotel de lo que sería la exitosa cadena mundial Marriott; su imperio creció eventualmente hasta incluir cruceros y parques de atracciones.

Para la operación óptima de la cadena, estableció manuales operativos, conocidos al máximo por los empleados, con el propósito que todos los procesos en todos los hoteles fueras iguales, estimulando a sus empleados para que ellos, a su vez, dieran los mejores resultados.

Su compañía siguió creciendo, bajo su control, hasta 1964 cuando delega en su hijo mayor la responsabilidad principal, manteniendo su participación activa como Presidente de la administración.

Sus buenos resultados se basaron en las estrategias mercadológicas, el trabajo y el trato con los empleados. El éxito de J. Willard Marriott deriva de la aplicación de su filosofía “lo primero, el bienestar del empleado” permitiendo la participación activa de todos sus empleados, en especial aquellos que toman decisiones, así como en el valor humano de las empresas, donde se valora a la organización, lo que hizo que los consumidores percibieran un gran equipo de trabajo y un excelente servicio.

En 1985, este trabajador incansable y hombre de éxito indudable, a la edad de 84 años, muere de un ataque al corazón, mientras estaba en su casa de verano de New Hampshire; su visión para los negocios le obtuvo la reputación como uno de los más exitosos hoteleros en la historia de Estados Unidos.

martes, 19 de agosto de 2008

Merecería ser verdad II RICHARD BELL Minero/Payaso


Imagen: Foto del Autor en el Cementerio Británico
Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla, obtiene en 1749 la concesión de las anegadas minas de Pachuca; al desaguarlas, queda descubierta la veta La Vizcaína que lo llevó a ser sin duda el hombre más rico de América, amasando hasta su muerte una enorme fortuna .

En 1824, en el México independiente, decae la actividad minera, el tercer conde de Regla concerta un contrato de arrendamiento, para trabajar las minas, fundándose en Londres la Compañía de los Caballeros Aventureros; que mecanizó la explotación y amplio la red de caminos que comunicaban las bocas de los tiros con las haciendas de beneficio, iniciando el arraigo de ciertas costumbres británicas en Real del Monte y Pachuca.

El Mineral de Real del Monte, con su altura, el clima frío predominante y la facilidad que tiene para nublarse, resultó ser el lugar ideal para recibir a los Cornish, grupo étnico de origen celta que habitaba en la península de Cornalles, al suroeste de Inglaterra, que gozaban de la fama de ser considerados los mejores mineros del mundo, pues provienen del denominado “país del estaño”, principal fuente de abastecimiento para las civilizaciones del mediterráneo antiguo.

Los córnicos tardaron un año, para desde Veracruz, trasladar las mil quinientas toneladas de maquinaria que traían a cuestas; como toda cultura traían sus propias tradiciones, su religión metodista, sus costumbres gastronómicas, como el cornish pasty, que en sincretismo con la cultura mexicana dieron origen a los pastes.

Como es natural, al paso del tiempo, los mineros británicos y sus familias fueron falleciendo, por lo que habilitaron a finales del siglo XIX, un cementerio, que los mexicanos conocemos como el Panteón de los Ingleses de Real del Monte, el cual alberga a más de 600 córnicos enterrados con los mismos ritos que se acostumbraban en sus ciudades natales, Camborne y Redruth en Cornwall o Cornualles, un condado administrativo y ceremonial que ocupa gran parte de la península del mismo nombre, constituyendo el extremo suroccidental de Inglaterra.

Dicen que los ingleses que se encuentran fuera de su país, tienen la costumbre mortuoria de orientar sus tumbas en dirección a la Gran Bretaña. El Cementerio británico de Real del Monte, Hidalgo, conocido también como Panteón inglés es un sitio misterioso y lleno de nostalgia en el que todas las tumbas, según la tradición, están orientadas hacia la Gran Bretaña, excepto una, la de Richard Bell, quien ordenó que su lápida, "diera la espalda" a las de sus desdeñosos paisanos. Así, hoy se puede ver que su tumba es la única que contradice el orden geométrico del cementerio (ver foto).

Según las interesantes explicaciones de los sepultureros del panteón, los guía de visitantes, los folletos turísticos oficiales de Hidalgo y el conocimiento popular, que se ha diseminado por tradición oral, de generación a generación de los habitantes de Real del Monte, la persona que está enterrada con los pies dirigidos hacia el sur y la cabeza al norte, protestando por el desprecio de sus paisanos, es el gran payaso de fama mundial Richard Bell, aquel que en 1858 naciera en Deptford, Inglaterra, debutara a los dos años en Lyon, Francia y triunfara en todo el mundo, incluyendo el México porfiriano.

Durante años se creyó que el payaso había muerto en México y había sido enterrado en el Cementerio Inglés de Real del Monte, pues una lápida lleva su nombre, de hecho, es la única lápida que no está colocada mirando al noreste, hacia Inglaterra, como todas las demás. Se decía que esto era así porque el payaso había decidido llevarles a todos la contra.
No obstante, investigaciones recientes muy bien documentadas muestran que en realidad el payaso Richard Bell en 1911, luego que supo que los revolucionarios usaron los carros del ferrocarril que él ocupaba para su circo Bell, decidió regresar a Inglaterra, con escala en Nueva York en donde lo alcanzó la muerte, siendo enterrado en esa Ciudad. De manera que el Richard Bell que está enterrado en Real del Monte, parece ser un minero y no el legendario payaso, lo que, como es de esperarse, muchos se resisten a creer.

Richard Bell, el minero, según la inscripción de su lápida, nació en Middleton, Tresdale, Inglaterra, en 1812, cuarenta y seis años antes del nacimiento del gran clown, muriendo en 1875 a la edad de 63 años, lo que confirma que no son los restos del payaso más famoso del mundo los que se encuentran en la tumba número 55 al lado izquierdo del panteón, justo la que esta al pie mío en la foto de la portada en el Cementerio Británico de Real del Monte.

Si bien es cierto que Bell estuvo con sus hermanos, de visita en Pachuca, fue solo una vez con motivo de una gira artística en 1886, once años después de la muerte de su homónimo, no volviendo nunca jamás, contradiciendo con desencanto tan bella leyenda.

Para decepción de muchos, esa es solo una bella historia, no es más que un mito que gusta conocer a quienes visitamos el camposanto, que se encuentra en el exuberante bosque de oyameles y flores, sitio del panteón inglés, lleno de magia, misterio y originalidad.

Personalmente, a pesar de la evidencia, prefiero quedarme con la idea de que Richard Bell, el payaso, está en el Panteón Inglés, porque la historia merecería ser verdad.

lunes, 18 de agosto de 2008

Merecería ser verdad I: MAXIMILIANO/JUSTO ARMAS


Imagen: Collage de Tupila.com y nefmex.wordpress.com
Los datos duros de la historia señalan que Ferdinand Maximilian Joseph von Habsburg-Lothringen, nació el 6 de julio de 1832 en el Palacio de Schönbrunn, en Viena Austria, como archiduque de Austria y príncipe de Hungría y Bohemia; siendo fusilado en el Cerro de las Campanas, Querétaro, México por el gobierno republicano de Benito Juárez, el 19 de junio de 1867, a solo un mes de que cumpliera 35 años; no obstante las solicitudes de ministros europeos y a pesar de los ruegos de la princesa Agnes de Salm-Salm. Al morir ostentaba el alto título de Maximiliano I de México, emperador del Segundo Imperio Mexicano.

Desde San Luis Potosí, sede provisional del gobierno juarista, el General Mariano Escobedo designó a los doctores Ignacio Rivadeneyra y Vicente Licea para practicar el embalsamamiento “en lugar seguro, bajo la vigilancia de la autoridad”, tardando nueve días en reportar como terminada esa operación. Todavía “hubo de retocarse” el cuerpo de Maximiliano, en la Ciudad de México, por el Doctor Ignacio Alvarado.

A petición del Canciller Austriaco, Conde de Beust, los mexicanos entregaron al Vicealmirante Tegetthoff los restos de Maximiliano, quien regresó como cadáver a Europa, irónicamente en la misma embarcación que lo había traído en 1864 a América, la fragata Novara; siendo enterrado en la Cripta Imperial (Kaisergruft) de la Iglesia de los Capuchinos, en Viena, el 18 de enero de 1868, siete meses después de su ajusticiamiento.

A 1300 kilómetros de distancia de la Ciudad de México, pero a varios días de acceso, según las vías y los medios de comunicación de la época, en la tranquila población de San Salvador, con sus 25000 habitantes, en una fecha imprecisa, finales del siglo XIX, aparece por sus calles empedradas, un enigmático personaje de origen austriaco, que causa asombro y no poca curiosidad; no pudiendo pasar inadvertido, por su aspecto francamente extranjero, su elegancia al vestir impecable y acicalado; y por añadidura, por andar siempre sin calzado, particularidad por la que sería siempre recordado, al grado que algunos se referían a el, como “el príncipe descalzo”.

Esa persona real era Justo Armas, eso no se cuestiona. El no nació en El Salvador, pero apareció ya en sus años medios, en algún tiempo del siglo XIX. La primera certeza de la estadía de Armas en El Salvador se sitúa en 1871, cuando participó donando dinero para las fiestas patronales de San Salvador, Durante sus primeros años en ese país, fue acogido por familias pudientes, especialmente por el vicepresidente Gregorio Arbizú, simpatizante de la monarquía y masón.

Don Justo, comerciante de origen desconocido, tenía maneras elegantes, hablaba un educado y fluido alemán, entre otros idiomas, y aparentaba tener un extenso conocimiento de las cortes y la alta sociedad europea; con esas virtudes fue capaz de establecer un servicio de banquetes de alto nivel, que incluía cubiertos y utensilios de primera clase. Además, fue conocido como una persona culta, dando clases de etiqueta y buenas maneras a las señoritas de mayor alcurnia.

Andaba sin zapatos para el resto de su vida, según sus palabras, para cumplir una promesa a la Virgen del Carmen, por haberlo ayudado a salir de un momento de peligro de muerte. Prometió además no revelar nunca su verdadera identidad, lo que labró con misterio la leyenda de que se trataba del Archiduque de Austria, Fernando Maximiliano, quien salvó la vida en un falso fusilamiento, gracias a que tanto él, como Benito Juárez pertenecían a la masonería y una ley importante de la masonería prohibe el asesinato de hermanos masones, lo que le obligó a salir de México y a guardar silencio sobre este tremendo secreto.

Está singular leyenda, que resuelve el doloroso dilema de Juárez entre cumplir con las razones de estado y no matar a un compañero masón, ha sido estudiada seriamente, principalmente por el investigador salvadoreño arquitecto Rolando Deneke Sol, quien sostiene que Justo Armas, era Maximiliano; explica que el origen del nombre, fue un edicto publicado por Benito Juárez, que menciona “El archiduque Fernando Maximiliano José de Austria fue hecho justo por las armas”.

Revela que el emperador se salvo del fusilamiento, ayudado por prominentes políticos de México, siendo la princesa de Salm Salm quien proyectó la fuga de Maximiliano; además se menciona, que al atenderse al Almirante Tegetthoff, quien llegó a reclamar el cadáver de Maximiliano en nombre de la familia, hubo tardanza en la entrega, y que en la capilla ardiente que retornó a Austria el 28 de noviembre de 1867, se colocó el cadáver de una persona que no era Maximiliano, al que le colocaron los ojos azules de cristal de una Santa Ursula. Cuando el ataúd fue abierto, su madre según se dice exclamó: "¡Este no es mi hijo!".

Justo Armas murió en 1936, después de vivir 66 años en San Salvador. De haber sido Maximiliano, a la edad de 104 años, lo que es altamente improbable, no obstante los exámenes cráneo-faciales y pruebas grafotécnicas que asocian a ambos personajes. Una entrevista a su nieta, de noventa años, abre el abanico de probabilidades, pues muestra un documento redactado por Sir Sydney Martin Stadler quien en los años sesenta disertó sobre la misteriosa identidad de Don Justo Armas, planteando sin demostrarlo, que Don Justo era realmente el misteriosamente desaparecido Archiduque Johann Salvador, lo cual no es posible, pues murió antes de 1936.

Juan Nepomuceno Salvador, hijo del príncipe Leopoldo II de Toscaza, se convirtió primero en “John Orth”, naufragando en su buque Santa Margarita en el cabo de Hornos, dándolo por muerto en 1890. Sobrevivió, viviendo en Uruguay, Argentina y Paraguay, afincándose posteriormente en la ciudad noruega de Kristiansand, donde en 1911 muere con el nombre de Hugo Köhler, un laborioso litógrafo.

Hay quien se atreve a proponer que su verdadera personalidad era la del Príncipe de la Corona el Archiduque Rodolfo de Austria, lo que es imposible, ya que Rodolfo murió en Mayerling, cerca de Viena, en 1889 junto a su joven amante la Baronesa María Vetsera. Ambas muertes fueron descritas como suicidios por su amor ilícito.

La posibilidad más verosímil es que Justo Armas no fuese ni Maximiliano, ni Juan Nepomuceno, ni Rodolfo.

viernes, 1 de agosto de 2008

LECTORES CONFESOS 009 Doctor BARÓN ZÁRATE KALFÓPULOS

La intensa lluvia, el piso mojado y unas zapatillas de goma, hicieron que Cucúabuelita sufriera una caída tremebunda; cual esquiadora olímpica invernal, resbaló por encima de una escalinata de tres escalones, cayendo aparatosamente sobre su espalda, perdiendo el aliento e infringiéndose una pequeña herida dorsal.
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Por ese motivo la llevé a consulta con nuestro Ortopedista de confianza, el Dr. Barón Zárate Kalfópulos; quien apenas nos saludó con su acostumbrada amabilidad, cuando me dijo sin más preámbulo: ¡soy lector confeso!

Este médico joven, a su indudable preparación técnico científica profesional, auna un trato humano personalizado con sus pacientes, entre ellos nosotros, por lo que no dudamos en recomendarlo plenamente (Yácatas 378 teléfono 55 23 54 05)
Saludos Dr. Barón

Dr. Barón Zárate Kalfópulos

Estudio la licenciatura en Medicina en la Facultad Mexicana de Medicina de la Universidad La Salle; hizo su internado de pregrado en el Hospital ABC (The American British Cowdray Medical Center) y en el postgrado, el Curso de Especialización en Ortopedia, avalado por la UNAM, en el Instituto Nacional de Rehabilitación de la Secretaria de Salud de México.

Es especialista, certificado y aprobado, por el Consejo Mexicano de Ortopedia y Traumatología A.C. miembro de la Sociedad Mexicana de Ortopedia; subespecialista en Cirugía de Columna Vertebral.

Este profesional de la medicina es originario del Distrito Federal, con raíces familiares en Oaxaca y en Grecia.

Ha hecho pasantías y estudios en la Universidad de California (UCLA) y en Barcelona España; tiene además numerosas publicaciones científicas sobre Cirugía de mínima invasión en Columna Vertebral.

Recientemente acudió a importante evento científico en Escocia, que como saben todos, es cuna del golf y de la gaita.

El futuro del Dr. Barón es muy promisorio a juzgar por lo resolutivo que fue con Cucú, que afortunadamente ya goza de perfecta salud.

Felicidades Doctor.