Hoy 15 de octubre de 2020, en la madrugada, alrededor de las cuatro, después de una larga y progresiva agonía, de dos años, tres meses, mi querido hermano menor Memo nos dejó, partiendo al ignoto mundo del más allá, ojalá encuentre la paz y el descanso eterno, al cesar el cruel martirio de permanecer inmovilizado en tanto que su conciencia y percepción sensorial se mantenían intactos.
Al ver en silencio, su dolor y sufrimiento, yo sentía impotencia de aportar alguna solución para su padecimiento, hice lo que pude, pero no fue suficiente. Ahora sólo tengo múltiples recuerdos:
Tuve el gusto de recibirlo y atenderlo en Bogotá, Colombia; supe y percibí que disfrutó intensamente su estancia en ese lindo país sudamericano.
Fue mi gran hermano, convivíamos mucho, frecuentemente me invitaba a sus actividades laborales, por ejemplo a Pachuca, Hidalgo y a la Sierra de Guerrero en México, así como a la Ciudad de los Ángeles en California, USA. Era frecuente que fuera anfitrión para que viéramos el Superbowl. Con Rodolfo, que Memo consideraba “el más justo de sus hermanos” fuimos a Guadalajara, Jalisco y Morelia, Michoacán. Por cierto también el me acompañaba a mis actividades, como con los jubilados de Naciones Unidas.
Rodolfo fue un apoyo incondicional y definitivo, tanto para sus internamientos en el Hospital de Neurología, en el de Enfermedades Respiratorias y en el Instituto Nacional de Nutrición, como para su tratamiento en general.
Fue un gran amigo, consistente y leal, como puede acreditarse en el mensaje de Norberto Meza, amigo de la infancia: "Que pena y dolor mi hermano. Mi más sentido pésame, Hortensia te acompaño en tu dolor. que pena pero creo que el estará mejor ahora. Dios lo reciba en su santa gloria"
Además sus amigos del Rosario están deseándole el mejor de los viajes y pidiendo a Dios lo reciba con gusto.
Fue un gran cuñado, bautizó a mi esposa como "la cuñadiera" y en los últimos momentos en la funeraria, al recibir por la pandemia solo un breve adiós, de las seis personas que estábamos, dos eran cuñadas, Rosita y Paty Rivera, una nieta, Tamy, dos hermanos, Humberto y Rudy, así como su esposa . En casa otra cuñada coadyubo con sus cuidados, Linda, la hermana de Hortensia.
Para mí fue motivo de satisfacción el apoyo absoluto e irrestricto de mi esposa Rosita, que asumió el rol de hermana de Memo.
Fue un gran esposo, solo así se puede explicar que su esposa Hortensia Pérez, médico naturópata y experta en Tanatología, le dedicara todo su tiempo, su vida y conocimientos, casi como en un acto sagrado, ofreciéndole los mejores cuidados posibles, que aliviaron su pena, evitaron complicaciones y le dieron confort y resignación. Memo murió tranquilo y reconfortado por el intenso amor de su entrañable esposa.
Fue un cuidadoso coleccionista alrededor de dos temas: el basquetbol y los llaveros, dejando un despacho digno de visitar por la colección impresionante de llaveros de todo el mundo que ahora custodian sus cenizas depositadas en una urna mortuoria.
Su paso como cineasta fue significativo y productivo, según nos cuenta Hortensia, entre 1988 y 2015, dirigió 122 películas, aquí un recuerdo arrancado de las redes sociales, elaborado por su amigo y colaborador Juan Guerra. Uno de sus actores, John Harms, un menonita, estuvo siempre atento desde Canadá a su evolución clínica.
Pero sobre todos fue un gran tío por antonomasia, tanto de sobrinos, sobrinos nietos, hijos de sus amigos o amigos de los nietos. Mis tres hijos, mis cinco nietos, no solo derramaron lágrimas al momento de su muerte, sino que lo visitaron permanentemente, tanto en su lecho de enfermo en casa, como en la cama hospitalaria.
Manifiesto mi gran orgullo por mi esposa Cucú que supo transmitir a mis tres hijos (Tamy, Beto y Lizther) tan nobles sentimientos de empatía y amor. También a Hortensia que es mi cuñada y hermana a la vez.
Anexo un poema escocés para despedir a un ser querido, texto enviado por la novia de mi sobrino Juan Pablo que parece ser una buena reflexión de condolencia.
Puedes llorar porque se ha ido,
o puedes sonreír porque ha vivido.
Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva,
o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado.
Tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver,
O puede estar lleno del amor que compartiste.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda,
O puedes hacerlo que a él le gustaría:
SONREÍR, ABRIR LOS OJOS, AMAR Y SEGUIR
Finalmente, un mensaje a Memo, como aficionado al beisbol que siempre fuiste, entenderás que en el orden al bat, quedo situado en el círculo de espera.