En julio, el mes más
caluroso de China, siguiendo el trayecto México-Los Ángeles, Seúl, arribamos al
Aeropuerto Internacional Shanghái Pu Dong (tercero de mayor tráfico en China)
en SHANGHÁI, una de las cuatro municipalidades bajo jurisdicción
central, ciudad más poblada de China, la capital económica,
comercial y financiera de ese país, con veinte millones de habitantes, situada
en el delta del río Yangtsé, cerca de la costa del mar de China Oriental.
El Aeropuerto se comunica con el centro de la ciudad (Estación de tren de la calle Longyang) por medio del tren Transrapid (Shanghái Maglev), primer tren de levitación magnética comercial del mundo, que hace el trayecto de 30 Km en solo siete minutos, a una velocidad de 431 Km por hora.
Desde El Bund (malecón del
río Huang Pu) se puede apreciar la unión de la parte colonial antigua, de arquitectura
europea de los siglos XIX y XX, así como la moderna de rascacielos emblemáticos del Distrito del
Pudong.
Destaca la Torre de la Perla
Oriental de 468 metros de altura, formada por cinco esferas a diferentes
alturas, la mayor de ellas con un diámetro de 50 metros, unidas por tres
columnas de 9 metros de diámetro cada una. Recibe anualmente más de tres
millones de visitantes.
La torre tiene tres niveles
con miradores, el más alto situado a 350 metros; al pisar el vidrio templado y
ver hacia abajo, uno tiene una sensación vertiginosa, que no impide disfrutar
la magnificencia del paisaje de la Ciudad de Shanghái.
En el Distrito de Pudong, además
de los rascacielos emblemáticos, se pueden apreciar una multitud de edificios
modernos de características notables.
Todos nuestros almuerzos los
hicimos en restaurantes muy recomendables, aunque nunca fuimos a McDonald's, Cucú posa para que
conozcan un palacio de hamburguesas chino.
Visitamos el hermoso jardín Yuyuan,
actualmente público, pero que fue diseñado como un jardín privado, muestra
típica del diseño de jardines del pasado, ubicado en el centro del mercado de
un multitudinario Bazar.
Ingresamos al rico templo
budista activo del Buda de Jade, con dos estatuas monolíticas de este material,
finalmente nos permitieron conocer la fábrica de seda Jiangnan.