miércoles, 1 de octubre de 2008

Sucesos de Otros Lares 04 La Mangosta Gris de la India: Azote de las Cobras

Imagen www. mazarbulgb.blogspot.com

Recientemente se ha publicado una lista de los animales más mortíferos para el hombre encabezada por los mosquitos, que al transmitir la fiebre amarilla, la malaria y el dengue, son responsables de la muerte de más de dos millones de personas al año y en segundo lugar está la temible cobra asiática, que no obstante no ser la más venenosa del mundo, da cuenta de la mayor parte de las 50000 muertes al año por mordedura de serpiente.

Cobra es el nombre común de un grupo de serpientes venenosas de la familia Elapidae, en especial los géneros Naja, con unas 20 especies, conocidas por su aspecto intimidante y su mordedura mortal. Habitan en zonas tropicales y desérticas de Asia y África. En general se alimentan de reptiles, aves y roedores a los que matan inyectándoles una neurotoxina a través de los colmillos; entre los predadores de la cobra están algunas aves rapaces y sorprendentemente la mangosta, de quien se dice hereda una memoria genética que le dice como enfrentarse victoriosamente con las cobras, aunque jamás las hayan visto.

La mangosta, pequeño cuadrúpedo carnívoro, que habita en el África, en el Asia, en toda la península de India, Irak y parte de China, es dueña de una celebridad bien ganada particularmente por las luchas que sostiene con las serpientes venenosas, pues contra todos los pronósticos, pese a su pequeño tamaño, no solo enfrenta a las cobras, sino que casi siempre las derrota e incluso se las come. En la India hay mangostas especializadas en el raro arte de devorar víboras, pero nada supera el enfrentamiento que tiene con las cobras, pues son las que ofrecen mayor resistencia. Aunque algunos afirman que la mangosta es inmune al veneno de la cobra, se ha comprobado que estas son vulnerables al letal veneno y que el secreto de su victoria estriba en la pasmosa agilidad con que esquivan las embestidas del terrorífico ofidio, gracias a sus ligeros músculos y en su piel dura y espesa con un áspero pelaje esponjado, que durante la lucha se hace mas punzante, donde la ponzoña se pierde, mientras la mangosta gira en torno a su rival y cuando advierte el cansancio de su enemiga salta sobre la cabeza y se la destruye de un mordisco, pues su mejor arma es la astucia, siendo una especie de gran utilidad para controlar serpientes en la India.

La carnívora y solitaria mangosta gris de la India (Herpestes edwardsi), de la familia de los vivérridos, tiene una longitud que oscila entre 40 y 50 centímetros, con una cola larga, casi del tamaño de su cuerpo. Posee una coloración amarillenta y gris, y sus patas son más oscuras que el cuerpo. Tiene el pelo largo, áspero, de color gris manchado de blanco. El macho es siempre más pesado que la hembra; entre 1.3-1.7, el primero, y 0.9-1.0 kilogramos, la segunda. Por lo común, se encuentra en madrigueras, oquedades y zonas rocosas de los bosques abiertos. Es muy buena trepadora y suele vérsele formando parejas. Su periodo de gestación es de 65 días, y su camada es de 2 a 5 crías.

Vive en los bosques poco umbríos de la India y se nutre de pequeños mamíferos, pájaros, reptiles y serpientes venenosas. Su área de dispersión se extiende desde Arabia, Persia y Afganistán hasta la India y Nepal, comprendiendo también y Sri Lanka y Assam (estado situado en el nordeste de la India, con fronteras con Bután y Bangladesh, capital Dispur).

Habita preferentemente los bosquecillos más o menos extensos, las plantaciones, las orillas de los ríos cubiertas de césped y los declives rocosos, ricos en matorrales bajos; es de hábitos nocturnos y produce de tres a cuatro crías por camada. Suele causar estragos entre los pollos y otros volátiles domésticos y también le gusta la fruta jugosa, aunque demuestra una marcada preferencia por la carne. Corre y salta entre las piedras, inspeccionando cuidadosamente todos los hoyos y fisuras en busca de ratones, ratas, lagartos y serpientes.

Las mangostas también tienen depredadores como los tigres, los chacales y las grandes aves como el águila; cuando las mangostas salen a campo abierto, lo hacen en fila para que desde arriba den la impresión de ser un animal mucho más grande con lo que quedan a salvo de poderosas garras de las aves de rapiña.

Al igual que el sapo de la caña (Bufo marinus) y la polilla gitana (Lymnatria dispar), la mangosta ha sido usada para el control biológico de plagas, sobre todo para la agricultura, por ejemplo en el Caribe y Hawai, a donde llegaron las ratas en barcos procedentes de Europa, que al no encontrar depredadores se reprodujeron de tal forma que infestaron y destruyeron los cultivos de caña de azúcar. A finales del Siglo XIX introdujeron la mangosta gris de la India en Hawai y en las Antillas, iniciando por Jamaica, después en Puerto Rico, Barbados y Cuba, para que cumpliera con la función de destruir serpientes venenosas y ratones, lo que sucedió exitosamente al principio; pero los resultados fueron muy distintos a los que se esperaban, pues rompieron el equilibrio biológico al proliferar con tal exceso que constituyeron una plaga tan dañina como la que se esperaría eliminaran.

No solo ingerían a los roedores, culebras, ranas, insectos y sapos; ante la escasez de ratas, atacaron a los cerdos, caballos y ovejas jóvenes, así como también a los gatos, perros; los huevos de tortuga y los cangrejos. Su dieta incluía también aves y huevos de estas, que estuvieron a punto de extinguirse, como el búho de los túneles de Antigua y Marie Galante, así como el halcón nocturno jamaiquino, eso sin dejar fuera las aves de corral y la caña de azúcar. Al exterminar varias especies indígenas, como el petrel, y la desaparición de aves y reptiles insectívoros produjo un aumento indeseable de insectos hasta entonces raros. Poco a poco disminuyó el número de mangostas y se llegó a un nuevo equilibrio biológico.

Las ágiles y graciosas mangostas que forman parte de la fauna territorial en algunas islas antillanas, en donde se conocen como hurones, que tradicionalmente han sido vistas con simpatía, en el Caribe se han tornado en peligrosos carnívoros transmisores de la rabia pues constituyen el principal reservorio de la rabia silvestre y son capaces de transmitir esta letal enfermedad mediante mordidas a otras especies susceptibles de infectar al hombre.

La rabia es una encefalomielitis vírica aguda y mortal, causada por un rhabdovirus del genero Lyssavirus, transmitida por la saliva un animal enfermo al ponerse en contacto con una mucosa o herida humana, penetrando el virus y al término de dos a cuatro días aparecen los primeros síntomas: fiebre, cefalea, malestar general, nauseas, anorexia, inquietud, dolores y sensación parestésica en la zona de la mordedura. Las manifestaciones transitan por las fobias, fundamentalmente al agua, pero también a la luz, al aire y a los ruidos. Luego sobreviene la parálisis progresiva, el coma y finalmente la muerte a consecuencia de parálisis de los músculos respiratorios.

La enfermedad pueden padecerla todos los vertebrados de sangre caliente, de alimentación carnívora. Además de perros y gatos, se reproduce en el ganado con hábitos herbívoros: bovino, ovinos, caprino, equino y porcino, cuando son mordidos por mangostas.

La rabia en esas islas se ha mantenido latente a través de ciclos selváticos de mamíferos salvajes. En Canadá, Estados Unidos y Europa Occidental, los reservorios son la zorra, los tejones y algunas especies de murciélagos. En Puerto Rico y Cuba se ha identificado la mangosta como reservorio silvestre.

Las mangostas, que en su estado salvaje es muy tímida y tiende a apartarse, cuando individuos de esta especie demuestran un estado errático y agresivo, debemos sospechar que están padeciendo de encefalitis rábica.


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